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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Yo quería jugar, no dar examen. Cabral, Miriam; Puppo, María del Carmen

Retomamos nuestro trabajo ahora con la mirada puesta en “reflexionar en qué medida nuestra tarea apunta a evitar que los jóvenes no estén incluidos”. Para ello partimos de una vivencia:
   El día en que comencé a trabajar en la Escuela de Educación Media Nº 7 tuve una experiencia que siempre me roza. Nos presentábamos con los alumnos y uno de ellos, sentado adelante, me dijo: - Profesora, ¿se acuerda de mí?. Se repitió la sensación que había tenido al traspasar la puerta, cuando el “clack” del cerrojo sonó a mis espaldas. Yo no hubiera querido encontrarme nunca con ningún ex – alumno en esas aulas.
  
 No lo recordaba. Después pensé que porque los años habían pasado y él llevaba - mucho más que yo – “marcas de dolor en el cuerpo”. Había sido alumno de la Escuela Media 2 cuando  me iniciaba como docente. Se dio cuenta del impacto que me había causado y entonces yo, “cháchara en mano”, hablé de las vicisitudes que atraviesan los seres humanos, de la posibilidad de volver a empezar, “una vida puede tener varios nacimientos”, etc. Me dijo entonces “pero no todas son malas, profe, mire a la profesora de Estética, que fue alumna suya junto conmigo, ahora es profesora”.
   Yo no sabía de quién hablaba hasta que entró María. Las dos nos recordábamos.
   Bastó una mirada para saber que aún habiendo compartido un aula, venían de mundos diferentes.
    “Nos criamos solos… Mi hermano también está acá… la junta, la falopa… la miseria,”.

“El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende…

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos…”

   De lo disrupto siempre nace un texto. Y allí está la literatura para dar cuenta del punto de quiebre.
   Ella hablaba del arte y la tesina, de su hija, de los elementos que debía llevar para trabajar en el aula. Una María inmutable y digna  frente a las miradas de los alumnos que la observaban admirados al pasar por el pasillo de ingreso.






   Ël en la nave. Adentro de su propia ciudad pero fuera de ella, la cárcel como “tratamiento de rehabilitación”, limpiadora de lo malo, justificación de un proyecto político de jóvenes pobres sin posibilidad de inclusión.
   La realidad social se filtra en las aulas sin pedir permiso y las expresiones del sufrimiento humano obligan a un replanteo de lo aprendido. Repensar la escuela,  institución que da continuidad al proceso de expulsión que da la pobreza y repensar  nuestra  actividad docente como “misión bondadosa”, porque preservar  la subjetividad del hombre en un mundo amenazante es un gesto de legítima autopreservación.
.    
 “Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente…”
(1)
   Siguiendo a Foucault,    “perversamente”, la escuela a la que iba el alumno de mi experiencia, el de “adentro de la ciudad ” pero “fuera de ella” y “adentro de la cárcel pero fuera de la sociedad”, es un espacio de vigilancias múltiples (ojos de buey en las puertas, amplios ventanales a la calle, preceptoría vidriada, etc.), observatorio, arquitectura para el control interior, articulado para verlo todo permanentemente. En integración, la actividad docente y sus formas de sanción, su micropenalidad del tiempo, con rituales que disciplinan el cuerpo y la mente. Sin embargo, nuestra mirada no alcanzó para observar el alumno y sus puntos de quiebre porque (primera justificación) ¨yo vengo a enseñar”. Y no deja de ser una respuesta legítima. Porque una de las coordenadas fundamentales desde la que ha sido apreciada la educación es la de haberla contemplado como motor o instrumento para la realización de visiones utópicas de la sociedad. Sin embargo, y presionados por el propio sistema, enseñamos para producir modelos rígidos: división maniqueísta, los buenos y los malos,  facultad de alienar para normalizar, presionar para masificar, individualizar para ajustar las diferencias, exámenes de saber y poder.
   “Son los sometidos los que tienen que ser vistos”. De ello también da cuenta el arte:
  
De pronto, como un breve latigazo,
mi nombre, Friedt, estalló en el aula.
Yo me puse de pie, y un poco trémulo
avancé hacia la mesa, entre las bancas.
Era el examen último del curso
y al que tenía más miedo: la Gramática
Hice girar resuelto el bolillero.
Las dieciséis bolillas del programa
resonaron en él lúgubremente
y un eco levantaron en mi alma.
Extraje dos: adverbio y sustantivo.

Me dieron a elegir una de ambas
y elegí la segunda. - ¿Y qué es el nombre?
díjome uno, y me asestó las gafas.
Sentí luego un sudor por todo el cuerpo,
se me puso la boca seca, amarga,


y comprendí, con un terror creciente,
que yo del nombre no sabía nada.
Revolvía allá adentro, pero en vano,
me quedé en absoluto sin palabras.

Y empecé a ver la quinta en que vivíamos:
el camino de arena, cierta planta,
el hermano pequeño, mi perrito,
el té con leche, el dulce de naranja,
¡Qué alegría jugar a aquellas horas!
y sonreía mientras recordaba.
- !Pero señor – rugió una voz terrible -,
el nombre sustantivo, una pavada!
Torne a la realidad: sobre la mesa
los dedos de un señor tamborileaban,
cabeceaba blandamente el otro,
el tercero bebía de una taza.

Hacía gran calor. Yo tengo una
cara redonda, simple, colorada,
los ojos grises y los labios gruesos,
el pelo rubio, la sonrisa clara.
Yo quería jugar, no dar examen
darlo otro día, sí, por la mañana…

Se me nubló la vista de repente,
los profesores se me borroneaban,
adquirió el bolillero proporciones
gigantescas, fantásticas,
oí como entre sueños: - Señor mío,
Puede sentarse… Y me llené de lágrimas.
(2)

   Para Bourdieu, “El examen no es solamente la expresión más visible de los valores escolares y de las opciones implícitas del sistema de enseñanza… ofrece uno de los instrumentos más eficaces para la empresa de inculcación de la cultura dominante y del valor de esa cultura”.
   Los docentes no somos ajenos a  la trama que extiende el poder. “La autoridad pedagógica implica el trabajo pedagógico como trabajo de inculcar que tiene que durar mucho para producir una formación durable, es decir, un habitus producido por la interiorización de los principios de una arbitrariedad cultural capaz de perpetuarse después de que haya cesado la autoridad pedagógica y perpetuar, por lo tanto, en la práctica, los principios de la arbitrariedad interiorizados”  (3)
   La evaluación (la de la mirada contínua en el otro) está afectada por procesos psicológicos, componentes axiológicos, marcos institucionales y sociales y tienen repercusión en la modelación del autoconcepto personal, en la generación de ansiedad y la acentuación de conflictos o rasgos patológicos. Para Sigmund Freud, es la agresión





del semejante  la que representa la mayor amenaza para la especie.
   Mandato institucional,  formación del docente,  alienación social y cultura de la estratificación, selección y exclusión escolar, son producto del sistema dominante para que responda a sus intereses. La escuela contribuye a reproducir la estratificación social y a legitimarla, asegurando su interiorización y persuadiendo a los individuos de que ésta no es social, sino natural.
   Se trata entonces, citando a  Savater, de “buscar un tipo de militancia que encare necesidades y problemas concretos sin enamorarse del poder…”
   La lectura de Foucault nos alienta “ a un uso sublevatorio de su obra” y es válido preguntarnos cómo nos constituimos en sujetos morales. Porque hay una responsabilidad social, atribuible a las instituciones y otra subjetiva, atribuible a los sujetos involucrados. No se trata de la culpa ni de sus múltiples figuras (autorreproche, proyecciones, remordimiento) sino de responsabilidad cuyo origen es  “respondere”; “aquél del que se espera una respuesta”. Se trata de responder por nuestro lugar en la historia, de una interrogación como sujetos.  Se trata de  salir de los límites de la propia experiencia admitiendo la introyección de lo experimentado por otros, como enriquecimiento de subjetividad social y cultural. Porque todos somos el “adentro” de entornos disruptivos de creciente marginación económica y social.      


  1. Hernández, Miguel, “El hambre – ll”.

  1. Baldomero Fernández Moreno, “Un aplazado”.
  2. Bourdieu, Pierre y Passeron, Jean Claude. “La reproducción: elementos para una teoría del sistema de enseñanza”, México, Fontamara, 1998.
  3. Bibliografía de la cátedra, Libres al sol, publicado por el profesor Francisco Mina para los alumnos del postítulo ECE

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