Profesor: FRANCISCO MINA
TRABAJO FINAL
Alumnos: Adriana VAN KEULEN y Héctor N. DEMICHELI
…En los países latinoamericanos, la hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y haciendo trizas el tejido social comunitario. ¿Qué destino tienen los nadies, los dueños de nada, en países donde el derecho a la propiedad se está convirtiendo en el único derecho? ¿Y los hijos de los nadies? A muchos, que son cada vez más muchos, el hambre los empuja al robo, a la mendicidad y a la prostitución; la sociedad de consumo los insulta ofreciendo lo que niega...
Eduardo Galeano, Patas arriba: la escuela del mundo al revés.
Para la realización de este trabajo tomaremos algunos aspectos relacionados con la elaboración de la Revista Cultura Interna.
La misma es diseñada y elaborada por alumnos de la E.E .M.N°8 Padre Carlos Mugica que funciona en la U.P .13 de Junín (B).
Queremos aclarar que, el año pasado, fue presentada en la V Feria del Libro que se realiza anualmente en nuestra ciudad. Para tal fin se elaboró una presentación en PowerPoint en la cual, entre otras cosas, se mostraba a los alumnos trabajando y al final cada uno contaba su experiencia.
Para fin de año se le grabó a cada uno de ellos un CD con la presentación para que fuera entregada a sus familias, dando testimonio de la tarea realizada. Ese fue su regalo.
Para comenzar tomaremos como escena el Editorial escrito por un alumno en un número de la revista:
… El hecho de ser interno, de estar preso, de sufrir dolor, soledad, impotencia, tristeza, privación, no tiene valor, no tiene importancia para gran parte de la sociedad. Aun así, existen formas subjetivas como la educación que nos permiten disminuir la ansiedad que provoca el encierro. Entonces me pregunto si: ¿Se puede comparar el encierro con el desconocimiento?
El conocimiento da libertad, tanto de este lado de la cerradura, como del otro. De esta manera podemos deducir que: “Tener un poquito más de conocimiento, de educación, nos hace sentir un poquito libres”.
En este número tratamos otra vez, de alguna manera, de trascender los muros, de salir a la calle, de obtener un poco de libertad, de compartir un poco de conocimientos para ser un poco libres, con un poco más de Cultura Interna.
Esto nos permite analizar diferentes puntos:
“El hecho de ser interno, de estar preso, de sufrir dolor, soledad, impotencia, tristeza, privación, no tiene valor, no tiene importancia para gran parte de la sociedad...”
Aquí observamos claramente la propia desvalorización, el sentimiento de abandono del que está preso; como dice Bauman, Z.: “las cárceles siguen configurando ámbitos de “desechos” y se desecha lo que no sirve, o como dice el alumno lo que no tiene valor, importancia, por eso son “espacios de olvidos de las condiciones mínimas de humanidad”. El preso está olvidado, negado en sus necesidades y herido en su dignidad humana.
¿Cómo la sociedad no va a considerarlos desechos si el imaginario social instituido constituye estos grupos como población peligrosa a quienes se teme y deben estar los más lejos posible?
Podríamos decir que la cárcel es la “nave del despedicio humano”.
A partir de lo dicho anteriormente pensamos que la escuela le permite al preso sentirse no-preso, no desechado, reconocido, valorado, escuchado, rescatado del olvido, de la suciedad, de la soledad, del abandono.
Según nuestro alumno, a pesar de todo, hay algo que iguala al que está “de este lado o del otro de la cerradura”, que es la libertad que brinda el conocimiento. Justamente Freire, hace referencia al carácter liberador del conocimiento sin referirse especialmente al ámbito de encierro.
¡Qué dificil es hablar de una acción educativa liberadora en contextos tan rígidos, tan adversos!
No es un trabajo sencillo, pero es posible.
Debemos constituir una escuela que pueda dar respuestas a las necesidades educativas del privado de la libertad, pudiendo advertir las diferencias entre cuestiones educativas y la lógica propia de las instituciones de encierro.
¿Será posible ofrecer tiempos y espacios para el encuentro con el conocimiento en un espacio propicio para el éxito de propuestas disciplinantes, negadoras de los sujetos, que mediante la opresión del cuerpo, encarcelan el espíritu?
Consideramos que sí, de otra manera, nuestro accionar docente no tendría sentido.
La educación ofrece oportunidades para torcer ese “destino predefinido”. La acción educativa llevada adelante junto a jóvenes excluidos y criminalizados se torna una lucha contra la exclusión, la búsqueda de trayectorias en pos de un anti-destino, de una utopía de justicia y ejercicio de derechos humanos.
Diego Silva Balerio
Nuestro alumno dice: “En este número tratamos otra vez, de alguna manera, de trascender los muros, de salir a la calle, de obtener un poco de libertad...”
El muro separa, divide, impide ver, pasar, atravesar.
¿Qué es lo que puede permitir trascenderlo, ir más allá de él, olvidar que existe un adentro y un afuera o una cerradura que impide el paso?
En este caso son sus palabras, sus ideas las que transitan libremente por los angostos pasillos, que pasan los controles y nadie las detiene.
Son sus palabras las que convierten las ventanillas enrejadas, que entorpecen y limitan la posibilidad de ver (no sabemos si hacia afuera o hacia adentro), en ventanales sin rejas, sin trabas; casi milagrosamente desaparece esa diferencia entre el afuera y el adentro, un puente constituído por palabras los une. Los angostos e interminables pasillos continúan en la calle.
¿Es posible imaginar el sentimiento que provocó en los alumnos y, por supuesto, en nosotros, los docentes, el hecho de que la revista fuera presentada en sociedad, que ellos tuvieran la palabra a través de la presentación en PowerPoint, de ex-alumnos que participaron de la misma y dieron testimonio y de los mismos docentes; que los medios masivos se ocuparan de ellos no como noticia policial sino cultural?
¿Habrá sido una forma de fisurar la lógica totalizante de la seguridad y el control de la cárcel?
Otra escena en la que queremos detenernos es la imagen de cada alumno hablando a sus familias acerca del trabajo realizado, acerca del cambio vivenciado por el hecho de ir a la escuela.
Fue emocionante para ellos y para nosotros también, sus familias verían y ecucharían de ellos mismos lo que habían logrado.
“Quiero que vean que papá está cambiando”, “Quiero que vean que acá también se pueden hacer cosas buenas...”.
Quiero que me vean, necesito verme y que me vean diferente, que vean que puedo, que voy a poder.
Esta necesidad que tiene el alumno en contexto de encierro de demostrar lo bueno de sí mismo también se observa cuando quieren tener la prueba y el boletín para que los vea su madre, su mujer o sus hijos.
“Se observa toda la potencia de la educación en estos contextos..., habilitando al sujeto la posibilidad de escribir otras versiones de sí mismo más allá de las ya conocidas y ratificadas por los otros y por él mismo, como violento, delincuente, peligroso”.
“La educación puede en estos contextos cumplir una tarea de reducción de daños frente al efecto desubjetivante que tiene el encierro... . Y los educadores son aquellos que tienen la posibilidad y responsabilidad de ofrecer una mirada diferente sobre el sujeto, de imprimir una duda con respecto a la certeza que tienen los otros sociales y ellos con respecto a sí mismos”.
Consideramos que esta imagen concreta en la cual ellos están poniendo en palabras lo que significa la educación resume lo que diariamente observamos como docentes en estos contextos, es decir, “mírenme, de mí también puede surgir algo bueno, quiero que me vean diferente, la educación me está permitiendo hacer surgir de mí lo mejor, saber que puedo, que mis manos también sirven para escribir, para crear...”.
“mírenme, familiares, profesores, sociedad..., AQUÍ ESTOY”
Adriana y Tito
(diciembre 2010)
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