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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

sábado, 2 de julio de 2011

El desinterés por aprender en los adolescentes ¿La Escuela está en crisis?

Trabajo Práctico para "Análisis Filsosófico de la Educación".
Instituto superior de formación docente Nº 15 de Campana.
Prof. Francisco Mina

En el transcurso de los últimos años se viene observado cierta “apatía” y “desinterés” por  aprender, en mayor medida en niños y adolescentes.
Durante mucho tiempo se pensó que la escuela era una institución que transmitía las normas y valores generales de una sociedad. Formaba actores sociales y sujetos autónomos a la vez que transmitía conocimientos. La escuela era concebida como una institución que transformaba valores en normas y las normas en personalidades. La educación debía asegurar simultáneamente la integración de la sociedad y la promoción del individuo.

Pero desde hace ya largo tiempo esta idea no describe más el funcionamiento real de la institución escolar, y quizás no sea arriesgado asegurar que la escuela en muchos casos, ya no funciona como una institución. Si bien la educación tal como era concebida no ha desaparecido, sus principios rectores se ven seriamente perturbados y cuestionados y ya no estamos tan seguros como años atrás de las finalidades y funciones de la escuela, ya que muchas veces la teoría y la realidad se contradicen. 
Indagar sobre las causas que conllevan al desinterés y a la falta de motivación por aprender; problemática que incide cada vez más en los niños y adolescentes, es un tema candente que necesita una pronta ocupación y que asimismo ha sido materia de análisis desde diversos puntos de vista, que los docentes palpamos día a día abriéndose a varios cuestionamientos tales como, ¿de quién es el problema?; ¿es un problema? ; ¿se ha instalado tal situación o problemática en la sociedad de hoy?
La apatía no es un fenómeno estático para ser estudiado en un gabinete, tiene un destino dinámico, nace, se desarrolla, lleva al desinterés, el desinterés engendra el aburrimiento y a su vez genera pasividad, inercia, tristeza, e incluso bronca.
La apatía y el desinterés pueden surgir por diferentes motivos. Para poder comprenderlos hay que tener en cuenta; la historia personal, el ambiente familiar, las motivaciones sociales, las influencias en los medios masivos de incomunicación (cuantas hora pasa un chico frente a la TV, por ejemplo) modelos propuestos por la sociedad que padres y docentes refuerzan, la situación socio-económica y política, la tradición cultural, etc.
Es dable asimismo tener en cuenta que esta problemática cada vez más frecuente en nuestros tiempos, trae aparejada como consecuencia, otras problemáticas, o más bien también podemos decir, que otras problemáticas llevan de la mano al desinterés en aprender.
El abandono de los adolescentes, el hambre, el poco descanso de los niños o adolescentes, la falta de vínculos familiares sólidos, la situación económica por la que atraviesa gran parte de la sociedad argentina, que se traduce en que los niños o adolescentes de determinados sectores sociales, no tengan ni el material adecuado ni muchas veces la vestimenta mínima necesaria para concurrir al establecimiento educativo, forman parte de los factores que inciden en la situación puesta hoy a análisis.     
Lo antes expuesto es en gran parte debido a las exigencias laborales, que hoy día comparten tanto padres como madres y los obliga a ausentarse durante todo o gran parte del día fuera del hogar, dejando al niño o adolescente solo o en compañía de adultos mayores o al cuidado de jóvenes apáticos, que no resultan el ejemplo adecuado o conveniente para educar o guiar.  
El hecho de pasar la mayor parte de las jornadas sin la guía de los padres, lleva a los menores a estar a la deriva y sin orientación, más bien sin padres que los orienten, los que al regresar al seno familiar, cansados y agobiados por los problemas socio - económicos  y laborales, quedan sin tiempo para dedicar al vínculo familiar y a ocuparse adecuadamente a la vida de sus hijos. 
La situación de la realidad escolar actual, nos lleva a repensar el significado del papel de la sociedad, el conocimiento, la familia y la escuela en la educación, el contexto político histórico-social y cultural, la desvalorización del conocimiento científico, su influencia en los deseos, intereses y motivaciones del niño, las incidencia  de las expectativas familiares y de los docentes en el proceso de enseñanza –aprendizaje, sus relaciones vinculares e implicancias educativas, sociales y culturales.
Debemos tomar para analizar lo planteado aquí como elemento primordial, a la idea de la “motivación”, ya que podría inferirse que la motivación es una condición indispensable para que los aprendizajes sean exitosos. 
Podemos definir al término motivación, como aquellas cosas que impulsan a una persona a realizar determinadas acciones y a persistir en ellas, hasta el cumplimiento de sus objetivos. En otras palabras la motivación es la voluntad para hacer un esfuerzo y alcanzar ciertas metas. Por ello, hay que moverse. El mundo contemporáneo no permite quedarse quieto y esto en gran medida explica la centralidad de la noción de motivación.
Hoy es preciso construir motivación, contar con un conocimiento profundo de los alumnos y generar vínculos afectivos, desde el adentro de uno, para movilizar resortes internos, ya que éstos no pueden proceder de un mandato exterior.
Cada docente debe encontrar su manera de motivar a los alumnos motivándose él mismo. No existe ningún saber codificado de una manera más o menos formalizada, científico o no, conceptual o no, si antes no ha existido una motivación, un deseo por construirlo.
La enseñanza es una puesta a prueba de la personalidad del maestro, lo que implica un trabajo sobre los otros, una tarea universal que transforma valores y principios en acción y en subjetividad, por el sesgo de un trabajo profesional específico y  organizado que tiene por objeto producir un individuo  socializado y autónomo, es decir  el individuo se socializa cuando acepta los valores y los considera motivo de su acción, formando parte de su personalidad social.
Hoy sigue habiendo alumnos que no pueden, no entienden, se aburren, son capturados por la negatividad áulica, en este sentido los docentes somos responsables de crear  situaciones propicias para la adquisición de nuevas estrategias que nos permitan tomar iniciativas para enfrentar los cambios vertiginosos, las transformaciones político-sociales-económicas-culturales-educativas-informativas y comunicacionales que han propiciado y caracterizado a nuestra sociedad moderna,  producto de la tecnología, de la información y comunicación, y de la globalización,  que es un proceso histórico y social, que conduce hacia un mundo más conectado pero que, pone en evidencia, las desigualdades de muchos países que por falta de medios económicos o culturales terminan aislados sin acceder equitativamente a sus beneficios. 
Desde lo económico, la globalización ha provocado curiosos fenómenos de homogeneidad y de heterogeneidad entre las distintas regiones y países especialmente de América Latina.
Desde lo político, social y cultural propició que la aparición del Estado moderno debilitara los lazos comunitarios y acentuara el control social, las instituciones perdieron el monopolio de los valores y la legitimidad, no pudiendo generar una identidad fuerte, la desigualdad social, la bajos salarios, la marginación y exclusión social crearon un clima de conflictividad social que se tradujo en una ambivalencia bipolar, una sociedad fragmentada, individualista, masificadora y tecnologizada.
Los cambios culturales relacionados a los contenidos de los valores, de los hábitos y de las pautas de conducta que se ponen en práctica en una sociedad, así como el proceso por el cual dichos contenidos son elaborados, produjeron un quiebre, generando cambios en la función socializadora familiar.
No podemos dejar de mencionar los actores implicados: La familia tradicional, ofrecía un punto de equilibrio al individuo, al mismo tiempo que lo insertaba en un espacio de sostén social y redistribución económica.
Hoy, la familia, en general, tiende a convertirse en un lugar vacío de significación, un dispositivo agotado, un espacio sin referencia estable de significación. Por lo que debemos reconocer que el concepto de familia tradicional ha cambiado.
Este último factor ha provocado el mayor daño en la falta de interés o desinterés en los niños y adolescente, carentes de proyectos de estudios, porque no tienen guías que los motiven a transitar por el camino de la educación a los fines de convertirse en personas de bien y con un proyecto a futuro.
Los alumnos de sectores pobres si bien tienen acceso a conocimientos enriquecedores, siendo portadores de un propio bagaje cultural estimulante, no encuentran vinculación entre las adquisiciones cognitivas que le ofrece la escuela y su vida cotidiana, provocándose una fragmentación del saber que se verá influenciada por el tipo de intervención del docente que puede promover, favorecer, obstaculizar, interferir, el modo de interacción establecido con los actores sociales involucrados, influyendo en las modalidades de aprendizaje.
Cuando se produce un desencuentro entre los esquemas del conocimiento del sujeto y el objeto de conocimiento propuesto por el docente se genera la pérdida de interés, curiosidad, deseo, y autonomía en el aprendizaje, perdiendo significatividad para el niño. El deseo de aprender se ve obstaculizado por la ausencia de interés en los conocimientos transmitidos por el docente.
También es verdad que la Institución Escolar está atravesada por una profunda crisis, ya que en la actualidad ha perdido el monopolio del saber, del conocimiento, de los valores universales, transmitidos y apreciables, puesto que comparte  la educación con otros agentes socializadores como, la familia, los medios de comunicación, comunidades virtuales, que le impiden generar una identidad fuerte, producto de una sociedad individualista, contradictoria, masificadora, fragmentada y ambivalente.
Pero también es cierto que Ser Maestro o Docente hoy, implica trabajar con el otro. Educar es un singular desafío en medio de una profunda crisis social-política-económica -cultural y educativa dentro de la cual se encuentra inmerso, nuestro país. 
En este punto, el concepto relativo de “pobreza” merece ser tenido en cuenta ya que es un fenómeno complejo, pluricausal, multidimensional, que abarca una diversidad de dimensiones (económicas, psicológicas, culturales, etc.) difícilmente cuantificables, que según surge del marco teórico, tiene su origen en el modelo de desarrollo tecnológico globalizador y en el sistema económico hegemónico imperante en la sociedad. Lo que supone no sólo ingresos insuficientes sino marginación política-económica-social y un deterioro progresivo de las condiciones y calidad de vida: carencias de insumos básicos de alimentación, vivienda y salud, lo que produce un debilitamiento del individuo (bio–psico-socio y afectivo) que se ve afectado en su desarrollo individual.      
Es sumamente interesante, re significar el rol docente como mediador social –sujeto crítico, reflexivo, creativo e investigador-, que inmerso en un sistema educativo lo suficientemente sólido, garantice el cumplimiento de ese rol.  Esto  permitiría  al docente ser capaz de guiar y orientar al alumno en sus necesidades afectivas e intereses personales.                      


Análisis e Interrogantes que surgen de lo planteado anteriormente:

A través de este trabajo, que hemos desarrollado, intentamos analizar las causas y motivos del desinterés que podemos observar en algunos adolescentes al momento de aprender, así como las distintas circunstancias, personales, sociales, culturales, económicas que lo desencadena. Por último, y sin ánimo de agotar el tema, esbozaremos algunas soluciones posibles a esta problemática.
Frente a la problemática señalada se nos plantean en principio una serie de interrogantes, entre los que nos parecen más relevantes destacar los siguientes:
¿Cómo hacemos para afrontar la realidad, que aparece compartida por todos los latinoamericanos, ante la inquietante situación de desigualdad y de injusticia social, de carencias materiales y organizativas?
¿Cómo hacer para dar clases en una escuela en la que falta desde la calefacción hasta la tiza? ¿Es razonable pretender que los alumnos tengan un interés genuino en aprender en esas circunstancias?
Por otro lado, también se plantea ¿por qué esta misma situación de falta de ganas e interés se da también en aquellas escuelas que no padecen carencias importantes?
¿Podemos inferir entonces que los adolescentes comparten el desinterés más allá de las condiciones sociales en las que viven?
¿Como motivar procurando con ello  una salida laboral futura o inmediata?
¿Como fomentar el enriquecimiento cultural y no la mediocridad de estos tiempos?
¿Sería importante hacerles comprender a los alumnos que no hay que temerle a la escuela sino que por el contrario, en la escuela, además de ser un educador es un amigo?
¿Deberíamos replantearnos los modos de evaluar a los alumnos?
Por otra parte, intentando un análisis desde el punto de vista formal o jurídico, podemos decir que, tal como lo sostiene Miró Quesada, existe un gran contraste entre la perfección formal de los ordenamientos jurídicos y la inefectividad que los mismos tienen a la hora de ser llevados a la práctica.
Por lo que a diario vemos que si bien las normas formales que nos rigen indican que todos los habitantes del país deberían tener acceso a una vivienda, a la salud y a la educación, entre otras cuestiones básicas, cuando esos derechos deben concretizarse en los hechos cotidianos, comienzan a mostrar sus falencias, con las consecuencias de las que antes hablábamos.
Aún sin tener dudas que el sistema democrático es el mejor sistema de organización política al que podemos aspirar, también podemos deducir que existe una gran confusión entre el sistema democrático y el procedimiento jurídico formal.   
Así, se produce una mala interpretación de la democracia, hasta el punto de hacer creer que los males sociales son consecuencia de ella.
Esta situación se ve aún más agravada por lo que los teóricos denominan “movimiento pendular” entre dictadura y democracia, situación que también impide el fortalecimiento del sistema democrático y de la totalidad de sus valores positivos.
Como posible alternativa para mejorar estas circunstancias se nos ocurre que  solamente el diálogo que implica el pensar crítico es capaz de generarla.
Sin diálogo no hay comunicación y comunicación no hay verdadera educación. Educación que, superando la contradicción educador-educando, se instaura cono situación gnoseológica en que los sujetos inciden su acto cognoscente sobre el objeto cognoscible que los mediatiza.
La dialoguicidad empieza no al encontrarse educador-educando, en una situación pedagógica, sino antes, cuando aquel se pregunta en torno a qué va a dialoga con éstos. Esta inquietud en torno al contenido del diálogo es la inquietud a propósito del contenido programático de la educación.


            Visualizando algunas posibles soluciones:

La escuela de hoy, debería proveer de toda clase de estímulos que permitan el desarrollo del aprendizaje, implementando acciones pedagógicas-didácticas que reviertan el fenómeno del  “desinterés por aprender “.
Los niños o adolescentes pueden hablar sobre temas que lo inquietan o asustan, ser participes de sus emociones, protagonistas de sus acciones y dichos, desarrollar sus capacidades cognitivas y afectivas, involucrarse en cuestiones que hacen a la  participación social y democrática como ciudadanos, aprender del otro, ser escuchados, recomponer la noción de futuro, ser solidarios y cooperativos, pensar con autonomía, tomar decisiones y evaluar conductas. Asimismo podrían proponer talleres, cursos, emprendimientos.
Sería importante que nosotros como docentes, asumamos el rol de coordinador y facilitador del aprendizaje propiciando un medio estimulante que contemple la diversidad socio-cultural, teniendo en cuenta  que  podemos promoverla y generarla a través de nuestra gestión. Esto sería posible si contamos con un proyecto institucional que permita instancias de reflexión y acción, de encuentro entre el niño – adolescente y las familias, de modo que éstas sean partícipes de situaciones escolares que atrapen su atención y demanden un encuentro sostenido que permita construir lazos sociales y culturales sólidos. 
Es una tarea ardua y compleja  y por ello se torna imprescindible, actualizar, difundir los conocimientos y brindar capacitación a los docentes para que puedan asumir este nuevo desafío de “aprender a aprender”; “motivar a aprender” en contextos desfavorables, de pobreza, de gran apatía o de lo que vendrá.
Creemos, a modo de reflexión, que el  tema “ el desinterés por aprender”, mas allá de los análisis, esfuerzos y contextualización de la problemática, la misma está y estará siempre presente en el ámbito escolar, porque va a ir mutando a medida que los procesos económicos, políticos y sociales lo hagan, así que más que buscarle posibles soluciones, deberíamos aprender a convivir con ella en el ámbito educativo, tratando de innovarse  constantemente, en cuanto a técnicas, capacitaciones, involucrándose en el otro, indagando, buscando estímulos y de esa manera aprender a convivir con la misma, ya que pensamos  que se trata de una problemática que no tiene una única y posible solución, sino que por el contrario, se ha instalado atento la situación actual tanto política, económica y social. 

María de las Mercedes Serio
Fernando Serio
María Eugenia Modarelli
Sabrina Dal Molín
Daniela Rufino

Berenice Catardi

1 comentario:

  1. Muy buen articulo. Debemos responder a las necesidades de una nueva sociedad que demanda globalización y sobretodo marcara los alumnos tener una actitiud enseñable

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