Alegre, Natalia / Bustos, Rocío / Gülden, Erica.
Dramas, vivencias y vicisitudes que experimentan estudiantes de Trabajo Social ante el Trabajo Final de Graduación.
Al reunirnos en torno a la realización del presente trabajo nos encontramos frente a la duda de que experiencia contar, comenzamos a pensar en nuestras propias vivencias y a buscar si alguna de nosotras había transitado por alguna experiencia que se relacionara con la educación y que pudiéramos expresarla en palabras, posible de ser analizada, discutida y apropiada por otros.
Frente al desconcierto y tras leer y releer la definición de experiencia brindada por el profesor de la materia, decidimos elegir una experiencia colectiva de reflexión y de acción, aquella de la cual muchas veces hablamos entre nosotras de manera muy abstracta. Frente a la cual sabemos concretamente que deberíamos hacer, pero sin embargo es vivida como un fracaso, algo inconcluso, pendiente. Entonces nos preguntamos por qué no hacer pública, a través de este trabajo, aquella experiencia que, por un lado, nos angustia, nos paraliza y silencia y, por otro, nos pone en acción, nos exige cambios y palabras. En consecuencia, optamos por contar el trayecto vivido colectivamente, una experiencia compartida por nosotras, que refiere a la extensión del tiempo estipulado en el reglamento de la Universidad Nacional de Luján para presentar el Trabajo Final de Graduación (TFG), el que habilita ser Licenciados en Trabajo Social.
El TFG es nombrado a lo largo de toda la carrera, denominado en los pasillos de la Universidad como la TESIS a realizar; en el mismo se solicita al estudiante que en forma individual elija un tema y lo relacione con todos los contenidos establecidos en el plan de estudios y dictados en la Carrera. Finalmente el mismo será defendido frente a un tribunal evaluador. Ante esta situación pensamos ¿por qué no problematizar acerca de esta experiencia compartida por nosotras, en busca de comprenderla, reflexionar sobre ella y generar un cambio?.
Si bien, es vivenciada desde el rol de estudiantes de la carrera de Trabajo Social, nos pareció interesante poder repensarla no sólo como estudiantes, sino también como “futuros” profesionales que se incorporarán en los equipos interdisciplinarios escolares, ya que aún ninguna de nosotras se desempeña, actualmente, en el ámbito escolar.
Es necesario aclarar que la carrera de Trabajo Social posee un Título intermedio de Técnico Universitario en Minoridad y Familia (a los tres años de cursada y aprobadas las materias). Para la obtención de la Licenciatura se deben cursar dos años más, incluyendo entre las materias un “Seminario”, cuyos contenidos apuntan a que los alumnos puedan realizar un esbozo del Trabajo Final de Graduación, y posteriormente elijan un tutor que guiará dicho trabajo y realizará un acompañamiento hasta la presentación del mismo.
Si bien nos recibimos de Técnicas y actualmente estamos trabajando profesionalmente como tales, hemos cursado las materias de la licenciatura - inclusive el Seminario - pero luego comenzamos a transitar un proceso de incertidumbre que nos detuvo, al punto de no llegar a presentar el TFG que nos permitiría ser licenciadas.
Asimismo, el proceso de la “no presentación” es vivido de manera particular y diferenciada por cada una de las integrantes de este grupo. Una de nosotras expresó “ya sé que tema elegir, lo tengo en la cabeza pero no puedo sentarme a escribir y debería tener algo preparado para contactarme con un tutor, igualmente debería revisar el listado para corroborar si hay tutor para mi tema y si esta disponible …”.
Otra comentó “yo empecé a escribir algo después de mucho tiempo, pero sé que contactarme con el tutor implica que debo comenzar y concluir, y no sé si puedo cumplir con los tiempos establecidos, asimismo me contacté informalmente con uno para presentarle mi tema y ver su disponibilidad, pero nunca me respondió…” ; y la última planteó “yo me contacté con el tutor y me reuní con él, acordamos el plan de tareas a seguir, pero con tantas actividades y el trabajo no pude seguir con lo planificado y hoy vencidos los plazos debo reprogramar todo para retomar, pero necesito que me incentive ya que no me siento motivada…”.
Dentro del grupo la experiencia es compartida indistintamente del proceso transitado de manera individual, porque lo concreto es que el TFG nunca fue presentado.
Frente a esto nos planteamos ¿Por qué es tan alto el número de Técnicos que cursaron y aprobaron hasta la última materia de la licenciatura y no presentaron el TFG?
¿Por qué si la mayoría de los estudiantes se encuentran “frenados” en ese momento de la carrera, no sienten que es un problema colectivo, sino meramente individual? ¿Hasta que punto es un problema solamente de los alumnos? ¿Qué cuota de responsabilidad tiene la Universidad ? ¿Y los tutores? ¿Cómo influye el proceso de enseñanza y aprendizaje a lo largo de la vida del estudiante en el surgimiento de esta problemática?
Como menciona Foucault: “El individuo es sin duda el átomo ficticio de una representación “ideológica de la sociedad”; pero es también una realidad fabricada por esa tecnología específica de poder que se llama la “disciplina”. “[1]
Siguiendo sus palabras nos preguntamos ¿nos encontramos actualmente en una sociedad disciplinaria; donde justamente la disciplina es la forma más difundida de dominación?. Según el filósofo el poder disciplinario se nutre de medios e instrumentos simples y a través de ellos fabrica individuos, educa cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos "dóciles" (nos resulta interesante aclarar que la palabra dócil proviene del latín “docilis” que significa enseñable) y encauza conductas.
El ejercicio del poder necesita desarrollar acciones disciplinarias de modo de obtener los resultados esperados de un modo eficiente. Para ello y siendo la lógica de Foucault es que se han creado los espacios cerrados en donde el poder se manifiesta de modo directo. En este sentido las Universidades también serían operadoras de encauzamiento de la conducta de los estudiantes. ¿Podría entenderse la experiencia vivida por nosotras como una forma de castigo silencioso, aquel que según Foucault opera con la finalidad de producir cuerpos domesticados?
En la enseñanza el instrumento del examen, en este caso representado mediante un TFG, es una de las estrategias de reproducción de las relaciones de poder. En la medida en que el estudiante se encuentra a merced del profesor o tribunal examinador y se mueve dentro de los parámetros establecidos por una institución educativa, está siendo sometido a un poder manifiesto. En el acto de examen la relación poder – saber alcanza su esplendor supremo. Mediante los procedimientos normalizadores del examen, los estudiantes son clasificados como objetos, "revelándoles" la verdad sobre sí mismos ¿los estudiantes asumen esa realidad que se les impone como la única y verdadera?.
Siguiendo a Foucault nos interrogamos ¿el Trabajo Final de Graduación se constituye en una instancia que permite una mirada normalizadora, una vigilancia que posibilita calificar, clasificar y castigar? ¿Éste paso necesario para la obtención del título universitario implica un interjuego entre el saber y el poder? ¿Qué papel cumple el estudiante en el mismo?.
De acuerdo a sus planteos nos permitimos plantear que nuestra individualidad entra en un campo documental. Esa instancia de evaluación nos coloca en un “campo de vigilancia”, nos introduce en una red de escritura, en un espesor de documentos que nos captan e inmovilizan. Entonces ¿Este Trabajo es -como dice el filósofo- un “poder de escritura”, como una pieza esencial en los engranajes de la disciplina?
¿Realmente educar tiene el fin de emancipar, o sea de liberar a los estudiantes de las sujeciones que poseían para generar seres autónomos, o sea sujetos de derechos y no objetos? ¿O se educa para reproducir el orden mundial preestablecido? ¿Un docente puede enseñar cuestionando los contenidos existentes y cuestionándose así mismo, o sea puede pensar y actuar más allá de lo que imponen las ideologías dominantes? ¿o también son el resultado de un proceso similar al que hoy viven los estudiantes?.
Históricamente el modelo de educación se caracterizó por la transmisión repetida y mecanicista de conceptos impuestos y “controlados” por el modelo de producción imperante, no se promovía la reflexión crítica que permitiera la “liberación” del sujeto, sino que eran concebidos como meros “depositarios” de contenidos, de los que se esperaba una fiel reproducción de los mismos. Por el contrario, y siguiendo a Freire, desde la palabra, la acción y la reflexión se tiende a un proyecto educativo diferente que apunta a la liberación del hombre, desde la dialogicidad. Esto que suena tan bello desde la teoría ¿Se ve reflejado en la realidad universitaria? ¿Los estudiantes terminan la cursada con las herramientas necesarias, para poder expresar su pensamiento crítico y los saberes adquiridos? ¿Pueden desplegar sus conocimientos y aplicarlos en el campo laboral como seres libres?.
Si bien, por un lado, se trata de lograr una educación reflexiva y crítica promoviendo la dialogicidad, por otra parte ¿se oprime a los estudiantes evaluando si las ideas “depositadas” en ellos, se han internalizado? Entonces, ¿es necesaria una política de educación universitaria donde la dialogicidad de la que habla Freire sea el eje central? ¿O sólo alcanza con que los docentes, quienes interactúan con los estudiantes directamente, tengan incorporado ideológicamente este proceso para enseñarlo y multiplicarlo? Es decir, ¿Nos conformamos con una política educativa que incluya la dialogicidad, si los ejecutores de la misma siguen la ideología de “imposición de saberes”? ¿Desde el Estado es posible pensar y llevar a cabo una política educativa que promueva la “liberación del hombre”, o es utópico pensarlo? Si partimos del saber que estamos insertos en una sociedad capitalista donde la única libertad “existente” (que se posibilita) es la del mercado, fomentando el consumo, lo cual aliena al hombre, ¿solo si se modificara el modelo de producción es posible pensar en un modelo de educación dialógica? O bien, si comenzamos a promover la dialogicidad, lo cual permite la liberación del hombre ¿es posible que ésta contribuya a la caída del modo de producción capitalista?
Pensando en las posibles razones que dan lugar a esta problemática reflexionamos en función del plan de estudios de la carrera, que establece y fomenta el trabajo grupal, tanto en aquellos trabajos prácticos presentados en aula o de realización domiciliaria, como en el desarrollo de las prácticas de formación profesional; promoviendo de este modo un rico intercambio entre los estudiantes, el fomento de la crítica reflexiva y la producción grupal. Si bien esto posibilita el crecimiento del grupo y de los estudiantes en particular, como así también beneficia el desarrollo profesional futuro (ya que el Trabajador Social no realiza trabajo “de consultorio”, sino que trabaja intra o interdisciplinariamente) nos preguntamos ¿qué pasa cuando el alumno se enfrenta a la realización del TFG de manera individual? ¿No es una contradicción? ¿Por qué el TFG no puede ser presentado grupalmente? ¿Por qué no puede ser evaluado el proceso de aprendizaje individual y grupal al momento de presentar el TFG?
Además nos interrogamos en función del papel de la institución universitaria
¿se reconoce esto como una problemática para los estudiantes?, éstos últimos ¿la plantean cómo tal? ¿generan espacios para reflexionar con otros estudiantes respecto a la misma? ¿Presentan propuestas a la Universidad para producir un cambio? Es decir, ¿la reflexión que realizan les permite llegar a la acción? ¿Sólo se quedan en “meros palabrerios” ó, por el contrario, sólo accionan sin haber realizado una reflexión de la situación?
Al empezar una carrera universitaria la representación social que se tiene es que al obtener el título se lograría “ser alguien”, este imaginario es impuesto por la sociedad y se refleja en la promesa de: “tener un título universitario garantiza ante todo insertarse en el ámbito laboral, con empleos caracterizados por ser estables, bien remunerados, que posibiliten el ascenso y el reconocimiento social”. La realidad nos demuestra, por el contrario, que un título no asegura el ingreso al mercado laboral, ni que el profesional - en caso de insertarse - obtenga un empleo que se corresponda con sus incumbencias profesionales, ni que pueda “escapar” de los empleos precarizados y de baja remuneración.
No podemos dejar de mencionar, el contexto que engloba esta realidad y la expone como consecuencia del modelo de producción capitalista, donde la sociedad es dirigida por la lógica de mercado, donde las personas son vistas como “objetos”, como mercancías y adquieren “valor” aquellas que pueden producir algo.
La ruptura de estas representaciones genera desesperanza en los jóvenes y ésta situación también - como menciona Freire- es una forma de “silenciar”, de oprimir ¿de ocultar?. Frente a esto nos preguntamos ¿Esta realidad desmotiva al estudiante en la realización del TFG? ¿Qué otras razones puede encontrar el estudiante, por las cuales sentirse motivado? ¿tal vez producir alguna modificación en esa realidad?. Sin ánimos de explayarnos en las representamos sociales, nos surgen interrogantes, tras el mensaje oculto del discurso social ¿Lo contrario a “ser alguien” sería “no tener existencia”? ¿Aquellos que no siguen o no tienen la posibilidad de cursar una carrera universitaria “son nadie”?.
Es importante mencionar que en Zárate, lugar donde residimos, y sus alrededores, es el Estado (Municipal) el mayor empleador de Trabajadores Sociales, y actualmente, emplea principalmente, Técnicos matriculados donde el salario es inferior al de un Licenciado, atribuyéndole incumbencias que tienen que ver con la Licenciatura. Entonces ¿Cuánto incide en la terminación del TFG que los estudiantes obtengan su título de Técnicos y se inserten en el ámbito laboral? ¿Cómo el contexto general en su dimensión política, económica y socio-cultural influye frente a la resolución de esta problemática? ¿Cuáles son las alternativas de los estudiantes, principales protagonistas de esta historia?
Hoy nuestra posición frente a esta experiencia compartida adquiere nuevos sentidos, buscamos a partir de estas palabras explicar y entender el surgimiento de nuestra posición frente a la misma, hacer explícitos nuestros pensamientos vividos cotidianamente y tener una mirada crítica. La realización de este trabajo nos posibilitó pensar la enseñanza como diálogo, propuesta y desafío, tras el sueño de la libertad y nos lleva a comprometernos luego de pensar la acción a actuar la reflexión, a fin de romper con lo existente y lograr transformaciones positivas, poner un fin a esta historia para dar comienzo a una nueva etapa. Finalmente nos planteamos una última pregunta, siguiendo lo expresado por Sócrates ¿sufrimos el dolor de los que llevan algo en su interior sin que pueda salir a la luz?.
[1] Michel Foucault “Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión”. En: www.libresalsol.blogspot.com
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