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lunes, 19 de septiembre de 2016

Civilización y barbarie y la campaña del desierto I

Imágenes de la Patagonia en los viajeros científicos de la Campaña del Desierto

Rodrigo Guzmán Conejeros
CURZA-UNCo.

La campaña militar que la historiografía ha designado como “Campaña del Desierto”, que se realizó en 1879 tuvo claros componentes de conquista, al contrario de las anteriores luchas contra el indio, de carácter más bien punitivo. Es decir, que el triunfo militar de los territorios dominados por el indio al sur de la provincia de Buenos Aires, se vio acompañado por diferentes acciones de presencia del Estado, buscando incorporar la región patagónica al territorio nacional.

Estas acciones de dominio estatal, sin embargo, no podrían haber sido sustentadas en el tiempo sin la institucionalización de determinadas imágenes acerca del objeto conquistado.
Entre estas acciones de dominio simbólico, nos interesa destacar el papel cumplido por los exploradores y viajeros de inspiración científica que formaron parte de la expedición militar. Los resultados de esta campaña científica fueron editados entre 1881 y 1882 en el Informe oficial de la comisión científica agregada al Estado Mayor General de la expedición al Río Negro (Patagonia) realizada en los meses de Abril, Mayo y Junio de 1879, bajo las ordenes del general Julio A. Rocai.
Se trata de productores de textos en los que se configuran determinadas imágenes de la Patagonia, que son puestas al servicio de la política estatal. En este sentido, puede afirmarse que estos científicos asumen la función de intelectuales orgánicos de la Generación de 1880, pues acompañan el esfuerzo militar del Estado, realizando de esta manera su contribución al proyecto de modernización y transformación de las estructuras productivas, sociales y culturales de Argentina.
Dado que esta tarea se realizará bajo los auspicios del método científico, el Informe busca instaurar un sentido objetivo, susceptible de ser aceptado como verdadero por sus contemporáneos. Esto es plausible dada la importancia que la elite finisecular asigna al conocimiento científico: la ciencia es la única autorizada para configurar imágenes de la realidad y sobre la base de éstas el Estado organiza sus políticas de intervención. En este sentido, nos resulta de interés indagar cómo funciona en la obra la ideología que le sirve de soporte: el cientificismo.

El Informe se encuentra organizado en tres volúmenes, que se corresponden con los tres objetos de estudio indagados en el curso de la expedición: zoología (aves, mamíferos, insectos, arácnidos, batracios y moluscos), botánica y geología. La obra es de gran envergadura para la época, lo que puede afirmarse tanto por la calidad de la edición (calidad superior en la encuadernación, en el gramaje del papel utilizado y en la incorporación de ilustraciones) como por la participación en su redacción de científicos que ocupaban cargos importantes en las instituciones de investigación del paísii.
En efecto–a excepción del argentino Eduardo Ladislao Holmberg, quien sin embargo también ocupa una posición preponderante en el campo científico de la época- todos los científicos que participan de la redacción de la obra son extranjeros que habían llegado al país en la década de 1870, en el marco de la política científica impulsada por Domingo . Sarmiento.
Estos científicos son el zoólogo alemán Adolfo Doering (quien llega al país en 1872 para integrar la Academia de Ciencias de Córdoba), el entomólogo ruso Carlos Berg (quien viene en 1873 para trabajar en el Museo Público de la ciudad de Buenos Aires) y el botánico alemán Paul Günther Lorentz (quien arriba al país en 1869 para ocupar la cátedra de botánica en la Academia de Ciencias de Córdoba). Lo que unifica a estos tres científicos es que llegan al país por invitación del científico alemán Carlos Germán Conrado Burmeister, destacado científico europeo, discípulo de Alexander von Humboldt, quien a partir de 1862 ocupa la dirección del Museo de Buenos Aires por invitación del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Bartolomé Mitre, y de su Ministro, Sarmientoiii.
La labor desarrollada por Burmeister en el país, junto con la del astrónomo norteamericano Benjamín Gouldiv, fue la base de la política científica de Sarmiento, quien aspira, según señala Marcelo Montserrat, a la transformación de la naturaleza y de la sociedad por intermedio de la ciencia y de la educaciónv. Esta aspiración del estadista argentino explica su importante contribución al desarrollo científico del país, que se concretaría en la contratación de destacados científicos extranjeros, en la fundación de academias e institutos de investigación y en la creación de carreras universitarias vinculadas con el desarrollo científico. Sarmiento encarna la aspiración a la modernización, como ideologema superador de las estructuras sociales del país, sumidas en el estancamiento, como el mismo Sarmiento señalara en ocasión del debate generado por la fundación del Observatorio Nacional:
Los que hallan inoportuno un observatorio astronómico, nos aconsejan lo que Rosas practicaba […] y nos separa por fin de la especie humana, en todos los progresos realizados por las ciencias naturales […] Es de viejos que pecamos. Los pueblos modernos son los que resumen todos los progresos que en las ciencias y en las artes ha hecho la humanidad, aplicándolas a la más general satisfacción de las necesidades del mayor número (Cit. en Montserrat 1993: 24).
El Informe científico de la Campaña del Desierto está sustentado ampliamente en la ideología cientificista, lo que se hace evidente en las presentaciones de los tres tomos de la obra (a cargo de Doering y Lorentz). Este hecho de por sí no tiene nada de sorprendente dada la adscripción de estos científicos a la política científica llevada adelante por el Estado Nacional. Resulta más interesante, desde nuestro punto de vista, analizar la presencia de tal ideología en la “Introducción” de la obra, en la que se explica la conquista militar –y el consecuente exterminio de los habitantes indígenas- en la superioridad de la ciencia y la civilización.
La “Introducción” compara esta Campaña del Desierto con las conducidas por Rosas y por Alsina y explica que su éxito se basó en la aplicación de los conocimientos y del método científico por parte del comandante de la expedición:
El general Roca se ha inspirado en los modernos adelantos de la ciencia de la guerra, pues la guerra ha dejado de ser un arte sometido a los caprichos del instinto marcial y de la inspiración, y obedece a las reglas fijas y al método severo de la ciencia experimental. […] Ha comprendido que la llave del asunto se encontraba en la configuración del terreno (1881: IX).
En efecto, Roca es presentado como el arquetipo del militar moderno, que comprende la necesidad de utilizar el método científico en la “ciencia” de la guerra. Así en esta “Introducción” se explica que acumuló datos e informaciones provenientes de diversas fuentes (vaqueanos, expediciones científicas e informes militares) que sin embargo presentaban el inconveniente de poco confiables y contradictorios (por haber sido obtenidos bajo la amenaza de ataque indígena). A pesar de ello, Roca pudo sortear esta dificultad, según se afirma en el texto, por su exacta aplicación del método experimental:
Apoyado en un acopio de conocimientos que se servían de mutuo control […] ha podido formular su plan, […] elaborado con tanta precisión que la campaña se ha realizado […] con la tranquila regularidad de un experimento de física, organizado en un laboratorio. […] Tales son los títulos del general Roca. Ha puesto al servicio de un espíritu sagaz un método acertado, verdaderamente científico (1881: X).
Pero Roca no sólo es presentado como el militar exitoso sino también como el estadista previsor, que estaba consciente de las responsabilidades que debía asumir el Estado en los territorios recién ganados al indio: “una vez limpia aquella [zona] de salvajes, es posible proporcionarle las garantías de seguridad y de vigilancia administrativa que reclama un territorio para entrar de frente en el movimiento de la civilización y de la producción” (1881: XII).
En este sentido, resulta de importancia destacar que en esta “Introducción” se considera que la ciencia, además que de la guerra, puede ofrecer herramientas para el control estatal y el aprovechamiento económico de esta región. De allí que en la segunda mitad de este texto se explique en rasgos generales la composición topográfica y geológica de la Patagonia, para deducir de ello que este conocimiento, una vez completado, garantizará el poder de policía del Estado en este territorio y facilitará el aprovechamiento económico de sus tierras: “es evidente que en una gran parte de las llanuras recién abiertas al trabajo humano, la naturaleza no lo ha hecho todo, y que el arte y la ciencia deben intervenir en su cultivo, como han tenido parte en su conquista” (1881: XX).
Finalmente, en el texto se justifica la campaña de exterminio del indio en la superioridad de los conquistadores:
La superioridad intelectual, la actividad y la ilustración, que ensanchan los horizontes del provenir y hacen brotar nuevas fuentes de producción para la humanidad, son los mejores títulos para el dominio de las tierras nuevas. Precisamente al amparo de estos principios, se han quitado éstas a la raza estéril que las ocupaba (1881: XX).
De esta manera, el texto se cierra en una instancia que une el conocimiento científico con el accionar político y estatal. Apelando a la matriz biológica que subyace en la concepción de progreso evolutivo de Spencer, la Generación del 80 sostendrá su accionar sobre el indio en “una ideología legitimada por la ciencia moderna” (Montserrat 1993: 53).
Sobre la base de lo expuesto acerca de esta “Introducción”, puede afirmarse que la obra se inicia con una primera imagen de la Patagonia en la que se destaca la necesidad de una acción estatal que garantice el aprovechamiento económico y el poblamiento de la región. La Patagonia aparece, en este sentido, como un territorio susceptible de transformarse en un nuevo “Estados Unidos del Sur” (1881: XXIV), en el que se asista a un desarrollo capitalista. De esta manera la utopía moderna será posible si coadyuvan en esta empresa la ciencia –que aportará las soluciones para corregir y aprovechar mejor la naturaleza de estos territorios- y el “capital destinado a vivificar las empresas de ganadería y agricultura (1881: XI)”.

La “Introducción” establece una clave para la lectura de toda la obra que permite realizar un nexo entre la ideología cientificista y el accionar político. El texto declara que esta obra forma parte de los esfuerzos estatales de transformación de los territorios recién conquistados y que estos propósitos se alcanzarán con el auxilio del saber científico.
Lo expuesto hasta el momento configura un horizonte ideológico que permite leer el proyecto de modernización llevado a cabo por la Generación del 80 en clave optimista. Sin embargo, el Informe científico de la Campaña del Desierto también nos brinda la posibilidad de analizar las contradicciones y tensiones del modelo de modernización adoptado. Para realizar esta diferenciación, nos resulta de interés indagar en las condiciones de producción intelectual bajo las cuales se produjo el Informe.
A este respecto, cabe considerar las condiciones materiales en las que se realizaron las observaciones y se recogieron los ejemplares para su estudio posterior. Estas cuestiones son expresadas por los responsables de los tres tomos, en sus respectivas presentaciones.
En este sentido, resulta interesante destacar los alcances y significación social y científica que se atribuye a estos estudios. Así, Doering, en la presentación del primer tomo, celebra la decisión de Roca de incorporar en su expedición a diversos naturalistas, que contribuirían, según afirma el investigador, “al conocimiento exacto de la naturaleza de aquellas comarcas” (1881: 5).
Sin embargo, un par de párrafos más adelante, el naturalista da cuenta de las dificultades presentadas en el desarrollo de la tarea: “la estación invernal y la rapidez con que debía realizarse la expedición militar, no eran muy favorables a las observaciones zoológicas (1881: 5-6). Estas condiciones materiales afectaron el trabajo científico, ya que las observaciones y recolección de especímenes debieron realizarse con apresuramiento y poca profundidad, lo que afectó seriamente los resultados propiamente científicos de esta sección.
De esta manera, en los capítulos destinados al análisis de los especímenes recogidos durante la expedición –tarea realizada a posteriori por Berg (insectos) y Holmberg (arácnidos)- los naturalistas dejan constancia de las dificultades encontradas en su tarea. Berg, sobre un total de 126 especies analizadas, deja constancia de que de la mayoría de éstas contó con sólo un individuo (lo que impidió realizar la distinción de caracteres sexuales) y que los especímenes de 16 especies se encontraban en mal estado de conservaciónvi. De manera similar, Holmberg también da cuenta de que ha recibido un limitado número de especímenes, de los cuales muchos se encuentran en mal estado de conservación. Esto lo lleva a relativizar los alcances de su trabajo:
Tan reducido número, y lo incompleto de nuestro conocimiento de la Aracnofauna de las regiones visitadas por la Comisión, obligada a seguir a un ejército en operaciones, me impiden señalar los caracteres distintivos que este grupo de animales comunica a las comarcas en cuestión, por lo cual me abstendré de entrar en consideraciones respecto de aquellos (1881: 117).
Estas condiciones materiales son expresamente expuestas en el tomo 2 (Botánica) del Informe, a cargo del botánico alemán Pablo Lorentz. En la “Presentación”, este científico se queja de las condiciones bajo las cuales debió realizar su tarea.
La expedición fue una campaña, no una expedición científica; no podíamos buscar los puntos más interesantes y parar en ellos hasta haberlos explorado bien […]: estábamos casi siempre en marcha y teníamos que aprovechar las horas de la noche para la preparación de las plantas coleccionadas durante aquella, y para la redacción de nuestras noticias. Si a veces había algunas horas de descanso, no siempre podíamos utilizarlas para la colección y preparación de objetos naturales. Siempre era muy incierto el término de la salida y a cada momento podía tocar el clarín para mandarnos a aprontar rápidamente y salir (1881: 174).
Esta situación limitó el alcance de las observaciones, que por ello tendrían un carácter muy acotado: “no teniendo por el momento estos datos completos, me he abstenido de conclusiones de más alcance, limitándome a pocas observaciones” (1881: 174). El científico, finalmente, se disculpa por lo escaso de su trabajo y anuncia la edición en un futuro cercano de un libro con datos más completos y fiables, que son fruto de estudios realizados en una “nueva expedición, en mejores condiciones y con mayores resultados” (1881: 177).
En el análisis de los textos de los naturalistas responsables del Informe, se puede observar cómo se relativizan los resultados y alcances de la expedición. Al mismo tiempo, los científicos encargados de las distintas secciones tambien se quejan por la imposición de condiciones de trabajo intelectual que responden a una lógica militar.
De esta manera, se puede afirmar que si bien es cierto que el progreso aparece como el ideologema fundante de la experiencia de modernización que la Generación del 80 dirigió, también lo es el hecho de que los textos aquí analizados muestran las fisuras de este proyecto. Un hecho político, social y económico de la trascendencia de la Campaña del Desierto exhiben, en el nivel de la textualidad, las debilidades del modelo de modernización que instauraría esta generación. En este sentido, el Informe científico de la Campaña del Desierto nos brinda la posibilidad de observar las particularidades de la relación entre ciencia y política que se entabló en las últimas décadas del siglo XIX.
Bibliografía
A. A. V. V. Informe oficial de la comisión científica agregada al Estado Mayor General de la expedición al Río Negro (Patagonia) realizada en los meses de Abril, Mayo y Junio de 1879, bajo las ordenes del general Julio A. Roca, Buenos Aires: Imprenta de Ostwald y Martínez, 1881.
Carabelli, Carlos (editor general). “Proyecto Ameghino. Los orígenes de la ciencia argentina en Internet”, Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (IEC) Universidad Nacional de Quilmes. Consulta en línea en http://www.argiropolis.com.ar/ameghino [fecha consulta: 22/11/2004].
Montserrat, Marcelo. Ciencia, historia y sociedad en la Argentina del siglo XIX, Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1993.
i En adelante Informe científico de la Campaña del Desierto.
ii Si bien no se cuenta con confirmación al respecto, dado el carácter “oficial” que se enuncia en el título de la obra, puede deducirse que la edición fue pagada con fondos estatales, de la misma partida de gastos de la Campaña del Desierto.
iii Para la determinación de los datos aquí enunciados, hemos consultado el interesante y completo sitio web de la Universidad de Quilmes “Proyecto Ameghino. Los orígenes de la ciencia argentina en Internet”.
iv Gould llega al país en 1869 para fundar el Observatorio Astronómico Nacional, en Córdoba, en cuya dirección permanecería hasta 1885. Como señala Marcelo Montserrat, el emprendimiento estatal de creación de un Observatorio puede explicarse por la preponderancia asignada a la astronomía por el positivismo: “la astronomía se presentaba […] como una ciencia-piloto destinada a rebasar su significación científica, para convertirse en un agente eficaz de cambio ideológico-social, papel que compartirá después […] con el evolucionismo biológico” (1993: 21).
v Cfr. Montserrat (1993: 24).
vi Cfr. “Insectos”, en (1881: 77-115).

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