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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

sábado, 2 de julio de 2011

¿Es la ignorancia del pueblo la materia prima del poder? afe2011

VIRGINIA BROWN

SILVINA BRUSCO                   
EDUARDO MORE                 
ROSARIO ORCELLET            
ERICA SCHLOTTHAUER

Tomando los textos sugeridos por esta materia, pudimos elaborar una especie de índice. En el primero encontramos un recorrido histórico del pensar y actuar político social en América  Latina. El origen, la esencia es condicionante muchas veces de las formas de proceder de los hombres ante diversas situaciones. Luego un compilado de cuestionamientos sobre la educación actual, si ésta libera o limita, si los docentes enseñan o también deberían aprender, si son válidos o útiles los contenidos, si las verdades que transmite el docente son tales y reflexiones finales en vista a un futuro educacional. El texto de Foucault  devela el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna. Freire llama al diálogo en términos de compromiso hombre con hombre, dejando egoísmos e intentando descubrir al otro. El texto acerca de la Filosofía nos alienta también a tomar en cuenta las subjetividades, a reflexionar acerca de la verdad. Utilizando a la palabra como eje de su poesía Neruda invita a la comunicación. Por último Platón nos muestra la humildad de quien prefiere enseñar a pensar antes que imponer pensamientos.
  Con todo esto intentamos reflexionar nuestras prácticas que si bien corresponden a diferentes profesiones parecen tener un punto en común. No pudimos elegir una experiencia en particular, pero nos pareció enriquecedor este punto en común que es la exclusión social.
  Volviendo al índice improvisado al principio, comenzaremos por analizar el contexto en el cual intentamos desempeñarnos como docentes. Algunos trabajamos en educación especial, otros en centros de estimulación temprana y otros dan clases en la cárcel. Dios los cría y ellos se juntan, no?  El hombre es un ser social por naturaleza afirmaba Aristóteles, y es en esa sociedad en donde realizamos nuestras actividades humanas. Todo se encuentra condicionado por la “mirada” social, por los valores impuestos culturalmente. La educación especial intenta insertar al niño “discapacitado” en la sociedad ofreciéndole herramientas para alcanzar una óptima condición social. La cárcel como castigo ante el quebrantamiento de leyes sociales intenta reeducar e insertar al delincuente en la sociedad. Lejos de vigilar y castigar en la teoría contemporánea se pretende educar.
  Sólo por su condición de discapacitados o presos podemos decir que estas personas se encuentran rotuladas, oprimidas. Enseñándoles a reflexionar, a elaborar pensamientos propios ¿lograremos su liberación social? ¿Podría realmente la sociedad aceptar a estas personas entendiéndolas como iguales en derechos? Muchas veces nos preguntamos si nuestra escuela es vista por los padres como el nexo entre los chicos y la sociedad o si la suponen como un depósito que les da la oportunidad para trabajar o descansar mientras los chicos no están, ya que no acompañan el proceso de aprendizaje ignorando citaciones, actos o no exigiendo a sus hijos realizar la tarea. ¿Tendrán fe en los hombres? ¿O estarán huyendo de sus hijos a modo de negación? No afirmamos que esta situación ocurra en todas las escuelas especiales, pero ésta en particular se encuentra a su vez inmersa  en otro criterio de exclusión: la pobreza. ¿Será entonces que si los padres no consiguen trabajo suponen que sus hijos con capacidades diferentes tienen menos chances aún? ¿Seremos todos nosotros como sociedad los que alentamos esa desesperanza? ¿Debemos entonces integrar a los chicos a la sociedad o es  ésta la que debe integrarse a ellos? Como sociedad discriminamos, marginamos, excluimos todo el tiempo: al crear semáforos justo con los colores que los daltónicos no ven, cuando la entrada al Instituto 15 tiene más de 20 escalones, cuando los talles de ropa sólo son hasta XL. Es evidente la falta de diálogo en la sociedad. ¿Nos falta amor? Nos falta amor.
  Y si nos vamos a la cárcel ¿para qué enseñar a un delincuente que lo único que puede aprender ahí dentro es a ser más salvaje? ¿Creemos en los derechos humanos o sólo es una careta ante la mirada social? 
  Retomando el índice, ¿el “origen” de estas poblaciones arrastra el condicionamiento de las mismas?  
  En cuanto a los cuestionamientos de este tipo de educación podemos asegurar que los métodos no son los convencionales, que la población que de allí egrese deberá abrirse paso en la sociedad seguramente con un esfuerzo mayor. ¿Llegará de la mano de los excluidos la transformación social? ¿Seremos capaces de escuchar sus verdaderas necesidades? ¿Cómo revertir el condicionamiento en la sociedad? ¿Se relativizan las condiciones de éxito de los pobres, discapacitados o presos? ¿Conoce la sociedad lo que significa resiliencia? ¿O sólo se enseña lo básico y acorde al sistema en vigencia? Es verdad, son pocos los profesores que nos han enseñado a pensar. Si analizamos nuestro secundario (somos de la misma época más o menos), la consigna mayor siempre ha sido estudiar “de memoria” de tal a cual página del libro con poca interpretación subjetiva. O quién no ha tenido ese profe que demostraba ser un genio pero que a la hora de enseñar le costaba soltar sus saber como mezquinando. Esto hasta llegar a la facultad en donde nos encontramos ante un abismo de conocimientos. De ser los mejores en el colegio a ser uno más en la extensa lista de alumnos del CBC.  Analice, infiera, reflexione acerca de tal tema, era las consignas ¿de dónde salieron estos verbos? ¿Cómo se hace? Para muchos es el fin del estudio, y no porque haya sido mal alumno antes, sino porque el sistema no puede permitirse que realmente algunos comiencen a pensar por sí mismos. ¿Es la ignorancia del pueblo la materia prima del poder?
  Somos seres sociales. Las normas y reglas culturales deben existir para una convivencia llevadera. La educación empieza por casa dice el refrán, y si no empieza por ahí ¿debemos impartirla desde la escuela? ¿Por qué hoy los chicos nos tutean y nos tratan como iguales? ¿Habrán comprendido su humanidad? Generación tras generación se manifiestan cambios en la sociedad y quizá también en el entorno escolar. La escuela no sólo educa hoy por hoy, sino que también contiene, alimenta, asiste y es la principal herramienta para transformar el futuro. Subestimamos muchas veces a nuestros jóvenes rellenando con contenidos ajenos sus cabezas. Si permitimos el tuteo porque somos modernos, porque no permitirnos escucharlos, comprenderlos, llegar al diálogo. No caben dudas que ellos son el futuro. Eduquemos en valores humanos y no sólo en contenidos científicos. Los chicos de la escuela especial quizás no aprendan nunca a escribir su nombre pero sí van a respetar a sus semejantes dentro de sus capacidades. Esa es nuestra misión, personas que respeten a los otros, que escuchen y que amen.  La verdadera herramienta debe ser la humildad, y no se es humilde por ser pobre, ojalá, Argentina sería la reina de la humildad entonces; se es humilde a la hora de empatizar, de escuchar y de no sentirse superior a nadie.
  Siempre se habla que son los jóvenes el futuro, pero vivimos cuestionando sus acciones y pensamientos inmaduros, ¿será porque aún no nos cayó la ficha que si seguimos por el mismo camino terminamos en el mismo lugar? Si entendemos que la educación está atravesando una crisis, que los jóvenes no respetan, que son vagos, que la juventud cada día está peor ¿Por qué no emergen otros dispositivos para consensuar sus ideales  con los nuestros? ¿Será que nos creemos sabios y frenamos esa curiosidad e inquietud de los más chicos en pos de nuestros ideales?

   Hace tiempo que existen otras metodologías de enseñanza como escuelas waldorf y otras en donde se hace hincapié en la espiritualidad. “No hemos de preguntarnos qué necesita saber y conocer el hombre para mantener el orden social establecido; sino: ¿qué potencial hay en el ser humano y qué puede desarrollarse en él? Así será posible aportar al orden social nuevas fuerzas procedentes de las jóvenes generaciones”. aseguraba Rudolf Steiner. Quizás sea ese el camino, enseñar menos técnicas y más espiritualidad. A fin de cuentas ¿qué nos diferencia de los animales, nuestra capacidad intelectual o el alma?

   Es en la infancia donde debemos poner la mirada e intentar rescatar la humanidad, enseñarles a explorar, descubrir, investigar ¿no es acaso la manera en que conocemos al mundo cuando somos bebés? ¿No es explorando nuestro entorno que aprendemos lo que nos lastima o lo que nos agrada?    Cuántas veces nuestras madres nos dijeron que no toquemos porque nos lastimaríamos pero sólo nuestra propia vivencia nos demostró que ellas tenían razón. La experiencia del otro no se hace carne, no nos satisface, no nos convence hasta que es vivenciada. ¿Por qué creemos nosotros como que los contenidos repetidos  asegurarán una buena vida para nuestros alumnos? Debemos mostrar los diversos caminos para que de ellos surjan las innovaciones, que puedan cuestionar, “llevarse a la boca” y probar todo para conocer y elegir.

    La brecha social también determina el tipo de educación al que accede la población. La mayoría de los que “pueden” envían a sus hijos a un colegio privado en donde al menos se aseguran tengan clases todos los días y que obtengan una “buena educación”. Los que no pueden asisten al público en donde aparentemente las condiciones son más flexibles pero con menor calidad. ¿Es otro engaño del sistema capitalista?

  Dentro de esta exclusión por condición social nos enfrentamos a los otros. Por un lado los que manifiestan la arrogancia por “poseer” y por el otro los arrogantes que “no poseen”. Evidentemente no existen puntos medios ¿será lo que esperaba la sociedad? ¿Debemos ser los docentes los que mediemos entre las nuevas generaciones con sus diversas condiciones socioeconómicas? ¿Será la escuela la que deba imponer el respeto que se merece cada persona sólo por existir? Quizás. Sabemos que lo aprendido desde chicos es más difícil de modificar que cuando grandes.  Enseñemos entonces a explorar, a crear, a amar. Intentemos demostrar que la manera de obtener la verdadera libertad es aquella en donde nos encontremos con nosotros mismos, luego con el otro comprendiéndonos y por último aspirando siempre al cambio, porque si no buscamos nos perdemos como humanos.

    Estamos muy conectados y cada vez más lejos de todos. Se han perdido prácticas que permitían la creatividad y estimulaban el investigar y conocer. Los juegos compartidos, el armar estrategias en el poliladron para atrapar a todos, pensar cómo hacer para divertirse si sólo había un árbol en el parque e inventar… hoy por hoy ya está todo hecho y no queda nada para inventar… ¿podrán los chicos volver a conectarse a través de los juegos como nexo comunicacional? Quizás deberíamos seguir estimulando y “estirando” la inocencia para que sigan pensando.

   “Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos.
Enseñar exige la corporización de las palabras por el ejemplo.
Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.
Enseñar exige seguridad, capacidad profesional y generosidad.
Enseñar exige saber escuchar.”
Paulo Freire













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