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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

miércoles, 6 de julio de 2011

Claudio Pocho Lepratti, crónica incompleta de un “nombramiento”.

El 17 de junio de 2011, se realizó el acto de imposición del nombre “Claudio Lepratti” a la Escuela Media N° 7, que ofrece su servicio educativo a las personas privadas de la libertad, alojadas en las unidades penitenciarias provinciales 21 y 41 de Campana.

En la celebración, junto con las autoridades y alumnos, participaron: Celeste Lepratti, hermana de Claudio, Gustavo Martinez, esposo de Celeste y amigo de Pocho, y Carlos Nuñez, director de la Biblioteca Pública Claudio “Pocho” Lepratti de Rosario.

Queridos Carlos, Celeste y Gustavo:

Hace tan solo unas semanas que al entrar al patio de “la Media 7” de Campana, veo la foto de Pocho, y caigo en la cuenta que así se llama la Escuela.
La fiesta de “nombramiento” ha sido un momento de mucha felicidad. Nos invitaste Carlos, a escribir una reseña y enviarte fotos de aquel día. Intentaré compartir con las palabras esas imágenes, cuatro o cinco, que guardo emocionado en mi memoria.

Las cárceles son agujeros humanos. A simple vista, son lugares de pobreza. Lo demuestran la ropa, las dentaduras, las palabras. Pero no es cualquier pobreza, es la falta de cosas que percibo cuando estoy muy cerca de aquello que deseo. La cárcel es un lugar de pobreza urbana, de ambición, también de muerte. Por eso en la cárcel siempre se habla de cosas grandes, de autos, de progresos, de éxitos y dinero.
Los invitamos porque pensamos que nos podían ayudar a recrear la figura de Claudio Lepratti, y nos fallaron. A los pocos minutos de ingresar, tu figura, Celeste, no era esa que uno necesita en una fiesta. Estas cosas se tejen con discursos, con aplausos, con el bronce del recuerdo y la idealización. “Yo conocí muchas cosas de mi hermano después que lo mataron, porque era muy callado, y cuando venía a casa no contaba todo lo que hacía”, nos dijiste con ojos lindos y llorosos. Por momentos, tuviste la imagen de alguien que recién nomás ha perdido al que amó tanto. Lo conversé con algunos de mis “alumnos encarcelados”: nos dimos cuenta ahí, al borde de tu cara de dolor recién inaugurado, que no era un prócer aquel que habíamos elegido. Necesitábamos “un muerto ilustre” y nos trajiste un hombre vivo, lleno de proyectos y esperanzas, truncado por una muerte injusta y prematura.
Luego Carlos abrió una caja de cartón, y sacó como reliquias, como el pan caliente que busca el hambre, libros de regalo de su biblioteca, la popular “Pocho Lepratti” que dirige. El gesto parecía intrascendente. De ahí en más no paraste de mirar todo lo que sucedía, y ofrecer a cada rato lazos de trabajo y amistad entre ese espacio de cultura popular de Rosario y nuestras cosas. “Yo creo que andaría muy bien acá el taller de serigrafía…las remeras son algo simple y se pueden vender baratas, y expresan muchas cosas…” Por momentos me parece que ya te imaginaste a algún muchacho del penal mostrando alguna terminada. Y así seguiste, fantaseando en medio del olor y la tristeza del penal, un centro cultural para los pobres. Creo que con vos entendí un poquito más aquello del trabajo silencioso de la hormiga.
Gustavo me impactó. A cada instante Celeste (su compañera) lo presentaba como “el amigo de Pocho que puede hablar mejor de su trabajo”. Y fue así nomás. Como buscando las palabras contó cosas sencillas, hechos simples del trabajo de Claudio en la “Ludueña”. En un recodo del relato, habló de los guisos, los fideos y el arroz en la mochila de su amigo. Si hay algo en una cárcel que recuerda esa casa que esta lejos, a una mujer, a la familia, es la comida. La olla aboyada de aluminio, una cebolla capturada con esfuerzo y algún paquete de “Doña Luisa” (la marca de fideos que circula por las cárceles de la provincia), son el secreto recetario para inventar un hogar en el encierro.
En ese instante me imaginé a Claudio dando vueltas entre las celdas. Hasta casi lo veía.
Los alumnos ofrecieron cosas lindas. Un cuadro de Claudio en un comedor pintado a medias, entre dos. “Yo no se pintar, pero quería hacer un cuadro que mostrara los chicos con hambre, y a Pocho y la bicicleta, y el barrio y sus cosas, y el cañón del arma que terminó con su vida…”. “Le conté a mi compañero aquello que había visto y escuchado y me lo fue pintando”.
La versión del “Ángel de la bicicleta” de “Los grillos” fue algo emocionante.
Aquello de “bajen las armas, que aquí solo hay pibes comiendo”, en la voz de gente que sabe de armas, pero también de comedores, es una recreación necesaria de la canción de León Gieco.

Hace un año y medio, caminando en familia por la peatonal de Rosario, una chiquita le dijo a una de mis hijas: “decile a tu papá que me compre El ángel de lata”. Sandra tenía bajo el brazo las revistas que, nos explicó, la ayudaban a salir de la calle. María la miraba sin entender porqué, con los mismos seis años, les había tocado a ambas una suerte tan distinta.
Le pregunté por las hormigas pintadas en el suelo. “Son del Pocho, que trabajaba como las hormigas… y como yo”.
En el camino de vuelta, con Gabriela, mi mujer, le contamos a María que no era la suerte la que decidía los caminos de la gente, sino el trabajo, la injusticia, la esperanza…
Entre dos nenas de seis años comenzó esta historia tejida luego entre alumnos y docentes de una escuela carcelaria. Celeste y Gustavo tenían colgados de los brazos a Simón y Severino, que entre los dos no suman los tres años. Carlos mandó un correo para avisar que en vacaciones de invierno hay un taller de dibujos animados, lectura de cuentos y juegos para chicos en la biblioteca “Pocho Lepratti” de Rosario. Sigamos soñando y trabajando.
Gracias por la compañía.

Pocho vive!
la lucha continúa.


Francisco Mina
Prof. del Instituto Superior Docente N° 15
y Escuela Media Claudio Lepratti de Campana.
6 de julio de 2011



2 comentarios:

  1. Es conmovedor comprobar que los ideales y las alas de Pocho siguen creciendo y dando cabida a tantos emprendimientos solidarios.
    Felicitaciones y suerte en cada uno de sus vuelos!

    Saludos desde Rosario...y gracias por pasarte por http://elsurnuestro.blogspot.com/

    P.d
    Con tu permiso, pasaré el link de tu blog a mis contactos

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  2. es hermoso lo que escribis, transcribis lo que sentimos, lo que pensamos al pintar una hormiga, al ofrecer un pincel que intentamos abra nuevas puertas nuevas esperanzas nuevos horizontes, asi como lo hacen ustedes, vos y tu gente, nosotros y ustedes, gustavo, celeste, carlos, sandra, el angel de lata, los pibes y pibas que no cuelgan sus sueños, los que estan encerrados y siguen resistiendo, hormigas de este gran hormiguero que nos enseño a construir y compartir Pocho. estamos para lo que necesiten, avisen si se imaginan algo para hacer. abrazos. Arte por libertad.
    arteporlibertad@gmail.com, arteporlibertad.blogspot.com.

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