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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

lunes, 13 de diciembre de 2010

Somos la “ventana” que permite la mirada hacia el exterior. De Siervo, Gentilucci y Muñoz.

Trabajo Práctico Grupal
“La Educación en Contexto de Encierro”
Prof. Francisco Mina
ISFD N° 15- Campana
Alumnos:
-De Siervo, Verónica (Junín)
-Gentilucci, Gabriela (Junín)
-Muñoz, Germán (Junín) 
Ubicada en las afueras de la ciudad de Junín se emplaza un Complejo Penitenciario formado por las Unidades N° 13, 16 y 49.
En las entrañas mismas de la Unidad N° 13 funciona sede matriz de la Escuela Media N° 8  “Padre Carlos  Mujica “. Esta Unidad se construyó en el año 1.978 y en su momento fue una construcción de avanzada y por lo tanto tiene pensado en su diseño los espacios físicos para el funcionamiento de diferentes instituciones (la escuela, la iglesia, los espacios destinados a la visita, la circulación interna, etc).

La escuela del penal está ubicada literalmente en el centro geográfico  de la construcción. Para ingresar a ella caminamos por un largo pasillo con piso de goma, iluminado gracias a una buena cantidad de ventanas que permiten ver hacia el exterior. Del techo de este lugar es  frecuente y abundante la humedad que provoca un goteo permanente.  Para acceder, se deben  atravesar cinco rejas custodiadas por sus respectivos guardiacárceles, el diseño de la escuela coincide con la cita de Foucault  “…el edificio mismo de la escuela debía ser un aparato para vigilar; los aposentos estaban repartidos a lo largo de un pasillo como una serie de pequeñas celdas”.
Las ventanas de la escuela no permiten ver hacia el exterior, debido a que delante de ellas,  existen grandes construcciones de cemento, simulando un muro que sólo permite entrar a las aulas algo de luz,  provocando ansiedad en nuestros alumnos y esa incesante pregunta sobre ¿Qué hay afuera?
El patio  interno de la escuela  está absolutamente rodeado por construcciones. A un lado el borde de la escuela,  por otro de sus flancos el salón de visitas, y los pasillos que comunican la escuela con los pabellones, el salón de visitas y sanidad. Todas estas construcciones tienen a lo largo de los pasillos ventanas de forma alargada y estrechas en cuanto a su altitud, mientras que la de la escuela y el salón de visitas, tienen un sistema que permite que quien está dentro no pueda ver hacia fuera, pero sí puede ser visto mediante una sencilla artimaña.
 Debemos aclarar que, en el centro exacto del  patio, y como no podía ser de otra manera, existe un gran mástil el cual está perfectamente rodeado de unas grandes columnas de luz, impidiendo de esta manera que el poco espacio libre y verde quede absolutamente coartado respecto  de su uso.
La actividad escolar, si bien es valorada y reconocida por quienes concurren, no deja de ser una actividad más de las que ofrece el Servicio Penitenciario a sus internos, estando supeditada a las necesidades de éste.  
La prisión y su maquiavélico sistema impacta en los cuerpos de quienes la padecen, como las disciplinas “ … se forma entonces una política de las coacciones que constituyen un trabajo sobre el cuerpo ….. el cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora , lo desarticula y lo recompone … la disciplina fabrica así cuerpos  sometidos y ejercitados, cuerpos dóciles …” Estos mismos cuerpos son los que se trasladan , son castigados, son los ignorados, etc. Por eso, al momento de concurrir a la escuela, el sistema carcelario se constituye como un obstáculo que el interno debe sortear para acceder a ella. ,todo esto repercute también en el sentido de pertenencia y de la identidad de nuestros alumnos, observando en ellos además baja autoestima, y esa sensación permanente de “no poder”.
Se intentaron muchas alternativas para lograr el cometido de que los alumnos vuelvan a  la escuela. En principio se utilizaron los “recursos “de  asistencia obligatoria obteniendo como respuesta de los alumnos: “tengo que trabajar”,  “tengo visita”, etc., pero no se tuvo la respuesta esperada.
Quizás es más importante establecer un diálogo, dar la palabra, interiorizarse por el otro. Al integrarnos e integrar;  al poder escuchar y ser escuchado, al  “meternos en la prisión “y al poder “sacar con quienes compartimos un momento”;  Podemos  lograr la construcción de un nuevo espacio, y pudimos comprobar que el verdadero muro de la cárcel no está formado por ladrillos y concreto, sino por personas, por nosotros mismos, quienes formamos parte de la sociedad, siendo nosotros la “ventana” que permite la mirada hacia el exterior.

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