Entre tantas escenas cotidianas que vivimos en la escuela, a veces se hace difícil encontrar solo una que contenga alguna situación interesante de analizar. Creo que la pasión por la escuela nos hace olvidar la otra parte, la nombrable, la cárcel, que genera la más cruda historia de vida de los chicos, y que simplemente naturalizamos.
Estamos en el aula de un 1° año con tres alumnos que están trabajando, mientras ellos escriben la tarea asignada, irrumpe un tanto violento, efusivo, Carlitos, un muchachote de 27 años, es de 4º año. Hace siete que está preso entre entradas y salidas en libertad. Él, me pide un favor, sin reparar en los otros alumnos, con la voz fuerte, desesperada, que le lleve un Habeas Corpus al Juzgado. Está más delgado, tiene hemorragias internas por lo que dice su relato, “hace días que sangro por el ojete y no me quieren atender”
Caritos es muy querido por muchos y odiado por otros. Cuando comentamos con algunas compañeras de trabajo acerca de su destino, nos da miedo pensar que su vida es un infierno tanto en la cárcel como fuera de ella. Pero, hacemos algo por él?, la escuela se ocupa de averiguar por qué faltan los chicos ? Y cuando nos enteramos que están enfermos, no se les brinda asistencia médica, nos preocupamos por hacer un puente hacia la cura ? Por qué no nos ocupamos del alumno integral, del alumno ser humano? La escuela y su componente humano tienen muchas carencias y muchas falencias. También tiene gente apasionada que logra risas, alegría y conocimiento.
El análisis resulta crudo, doloroso. Existe una mezcla de afectos, encuentros y desencuentros. Tuvimos charlas en años anteriores en que pedía ayuda a gritos y llanto, algo y alguien que le brindara el apoyo psicológico que necesitaba para dejar de drogarse…….
Quería pero no podía salir de la prisión de las drogas.......
Entre otras cosas, creo que Carlitos denuncia la resistencia carcelaria, es el portavoz de las condiciones inhumanas que habitan la prisión. Es el loco que grita por los pasillos, el excluido de una sociedad que lo encerró entre muros. Seguramente Carlitos en la calle también gritaba como un loco, con su lenguaje tumbero, su corazón es tan grande que de tanto dejarlo abierto todos pudimos entrar y desangrarlo. Todos somos responsables de los “Carlitos”. Todos les damos la espalda cuando los vemos caminar hacia donde quiera que estemos, estamos perseguidos por el miedo a los jóvenes de barrio, a los niños pobres, la paranoia es tal que vivimos entre rejas o nos calzamos la armadura de lata y cuatro ruedas para marchar por las calles, no sea cosa que no nos contagien, vaya a saber de qué...
Hay olores que impregnan el aire, “intestinos sangrantes que deambulan” en ese tránsito por el túnel húmedo y sombrío hasta la escuela, ¡ es tan loco !, buscamos agruparnos , afinidades, afectos, contención los unos con los otros, inconscientemente nos reímos hasta porque uno de nosotros tropieza en los escalones o de un estornudo salpicó la camisa de otro, buscamos divertirnos o nos enojamos y criticamos a quienes nos ponen obstáculos en la tarea, el enojo y la risa son las válvulas de escape que la conciencia colectiva produce y manifiesta en la cárcel.
Están “locos”, decimos, cuando por la ventana enrejada del aula vemos correr a los “guardianes” sosteniendo una bolsa que arrastran , un bulto envuelto que deja asomar un brazo, una cabeza o un pie, padeciendo la incertidumbre de la fantasía y la realidad, de una espera inconsciente de la muerte o la venganza o un traslado más, de otra pérdida dolorosa. Que no cesa de ocurrir. Rotulamos de “locos” también a los que dentro de la nave están presos con otros locos pero portan armas y castigan, también están presos del mandato dominante, alienante, de un sistema perverso y altamente simbólico. El proyecto ordenador y homogeneizante del siglo XIX perdura a lo largo de nuestra historia, el efecto de dominación que los poderes hegemónicos imparten a la sociedad se disfraza en sutiles métodos, en discursos de igualdad, en los circuitos comunicacionales de los medios masivos que nos dan la fórmula para ser felices y esto significa comprar, consumir lo que nos hace bellos, nos da energía, juventud, identidad, felicidad. Los niños aprenden en esta nueva era que la marca “te marca”, da prestigio, amigos, confort, sólo que, los que están fuera de este círculo de acceso al poder adquisitivo tendrán “otras maneras de llegar a la ansiada y placentera felicidad, ellos están excluidos pero aun mantienen sus deseos candentes, llegarán a cualquier “costo” a la posesión de esos “bienes”.
Estos niños y jóvenes de hoy quizá hayan nacido dentro del afuera, es decir, de familias sin techo, cartoneros errantes, villas hacinadas, en las periferias, donde no les fue posible el sustento del trabajo ni la escuela, o como pajaritos que picotean y van de rama en rama aparecen en un aula intentando curiosear qué hacen allí adentro otros chicos. Van a la escuela de cuando en cuando o no van. Aprenden el estilo de la supervivencia en una sociedad de consumo. Su consumo masivo serán las drogas, cuya capacidad de adquisición será la más desarrollada, el deseo de ser feliz y pertenecer se verá frustrado cuando pase el efecto prometido de alguna sustancia.
La escuela que está en el interior de la cárcel, es el corazón sangrante que impone otras reglas cuando no son las mismas, aquí en la escuela ya entran con un orden previamente inculcado, no tenemos rebeliones ni peleas, la violencia muchas veces se ejerce desde la autoridad que despliegue el docente según su forma de habitar el aula. Los chicos entran vestidos con su traje “a la cebolla”, cada capa por tal fin, tal lugar, de manera de poder desdoblarse y adaptarse, o no, a cada forma de “ser” docente, depende cuan elástica sea la tela que ambos utilicen. En algunos de esos “ser”, está papá, mamá, hijo, hermano, mujer, amigo que el docente desde el afuera trae y provoca. Ese “olor a calle” dijo un alumno, es el nexo entre ambos y emana aromas de libertad.
En la escuela se sienten libres de hablar sin tapujos, “libres del afuera del interior”, libres del paredón sin horizonte, y el momento se torna oportuno para comenzar a andar y desandar por historias, de la historia nos servimos, aprovechamos esa exquisita riqueza escondida detrás de tantas capas de cebolla.
Sólo escuchando sus voces, con afecto, respeto, “con ellos”, podremos acercarnos al nudo de las adversidades, comunicándonos, no con palabras huecas, mitificantes sino problematizando las distintas escenas que fluyen, la intencionalidad es la conciencia sobre sí misma y las relaciones del hombre con el mundo, reflexionando juntos sobre la realidad, aprender a ser críticos diría Freire. Desmenuzar la historia para rearmarla y devolverla enriquecida, transformada.
Nuestros alumnos necesitan ¨compensar sus carencias¨. Que el abordaje educativo que realicemos durante el tiempo que estén privados de libertad sirva como clave estratégica en la configuración de mejores condiciones de inclusión y/o integración social y laboral posterior. Que en nuestra escuela de frontera encuentren un dialogo horizontal y puedan desconfigurar el mundo del cual provienen y que a través de la estrategia tangible de la enseñanza aprendan a reconfigurarse, a sostenerse en la superficie y no hundirse.
Por otro lado nuestras prácticas forman parte de un trabajo arduo ya que tienden a rutinizarse y automatizarse y se hace difícil tomar distancia y observar desde otro lugar y ver que a pesar de que se trabaje con las mismas personas cada uno ofrece algo distinto. Todos ellos tienen un denominador común están expuestos a situaciones de vulnerabilidad ya que tienen debilitados sus entramados familiares, su imagen como referente, sostén y protector de familia; aislamientos relacionales, situaciones de precariedad que supera lo material, formando parte de un contexto atravesado por la soledad, el castigo y el dolor, encarcelados antes y ahora mas aun. Para ser docente en estos lugares es necesario ¨ver¨ todos los días y ¨no mirar para el otro lado¨, es un compromiso asumido no solo desde la enseñanza-aprendizaje sino también de lo afectivo. Es tener el apasionamiento, la entrega y hasta a veces el miedo, que manifestamos los que trabajamos allí por que no?, trabajando en la practica cotidiana teniendo presente la ¨importancia del otro¨ para lograr que nuestros alumnos sean sujetos cognitivos y respetando su derecho básico a aprender.-
El surgimiento del neoliberalismo como corriente ideológica dominante conforma un telón de fondo para comprender cómo se han instaurado a lo largo del siglo XX las naturalizaciones sobre el delito y la marginalidad.
La palabra delito deriva del verbo latino delinquere, que significa “abandonar, apartarse del buen camino, alejarse del sendero señalado por la ley”. El delito, si tomamos una definición de enciclopedia, es definido como “una conducta, acción u omisión típica (tipificada por la ley), antijurídica (contraria al derecho), culpable y punible”. Como refiere Foucault en La verdad y las formas jurídicas, el proceso de formación del Estado moderno como “expropiación del conflicto social” en manos del Estado, con la aparición del sistema penal conforma la génesis histórica del fenómeno de la criminalidad como problema político, sociológico y filosófico.
¿Cómo hablar de re-socialización en instituciones carcelarias donde predomina la lógica del aislamiento de los detenidos, el trabajo a destajo?
¿Cómo se concilia la idea de la re-integración con las condiciones de vida dentro de las cárceles y otras instituciones de encierro?
¿Cómo se compatibiliza la idea de la re-integración con la sumisión bajo la lógica de premios y castigos, beneficios y privilegios, aquello que constituye un derecho para todas las personas (educación, SALUD, trabajo)?
Frente a esto es necesario de reconceptualizar la reintegración a partir del trazado efectivo de puentes entre el afuera y el adentro, de suerte que la vida dentro de las instituciones de encierro no sea diametralmente diferente a la vida en el medio social a la que se apunta.
La cárcel, el encierro carcelario en el siglo XXI, en la era del neoliberalismo, una vez más desafía y promueve argumentos cada vez más complejos en cuanto a la búsqueda de su propia justificación cuando ésta sigue con la pretensión de ampararse en las propuestas “correccionales resocializadoras”. Verdaderas ficciones que desde hace más de 30 años han sido cuestionadas y “des-autorizadas” y al mismo tiempo develaban y hacían visibles sus funciones latentes que la justificaban como un laboratorio transformador del hombre delincuente, como una maquinaria productora del sufrimiento, dolor, subordinación y también, productora de delincuencia material y simbólica al “servicio” de un orden social.
Al sujeto excluido se lo hace portador de una peligrosidad que le confiere el lugar social de enemigo y este concepto de enemigo introduce la dinámica de la guerra en el propio derecho penal, despojándolo de todos sus derechos por su capacidad dañina y peligrosa (Zaffaroni)
Es imprescindible producir un contra-discurso que desarrollen propuestas en las que las personas privadas de libertad puedan acceder y ejercer sus derechos, como el derecho al trabajo, a la educación, LA ASISTENCIA DE LA SALUD , a las vinculaciones familiares, etc. y con ello reducir el daño de la prisionalización promoviendo la resistencia a la degradación personal y social propias de las prácticas incapacitadas del modelo carcelario neoliberal.
I ntegracion
N ecesidades
C arcel
L ocura
U topia
S electiva
I diotez
O pinion
N udo de exclusion
La subjetividad de la cárcel nos muestra presos, que a veces no están presos del amor y hasta de su locura.
Cuanto que algunos individuos, no presos, están presos de la ambición desmedida, presos de vivir con alguien sin ser amado.
Es la cárcel el espacio que contiene marginales, primero de sus familias y después de la sociedad expulsora y represiva.
Los exámenes los condenan a ese adentro en esa nave que está afuera.
“Los pibes no nacen chorros”, leí alguna vez en una pared, tenerlo en cuenta..........
Tengo una pena en el alma
Que me está lastimando,
La sobrellevo con calma
Porque en nuestros alumnos estoy pensando,
El preso ya no es preso
Es estudiante y por eso,
Que el borde escolar de aguas puras
No lo entrega al mar de mil caminos (como decía Foucault)
Alumno preso
Preso alumno
Adicto joven
Joven adicto
Quién te saca de ese mar tormentoso, que como un dragón,
Que transforma sus lenguas en olas
Te atrapa, te atrapa y te atrapa.
Te pusieron en el interior del exterior,
Estás sólidamente encadenado a la encrucijada infinita (como dice Foucault)
Yo, escuela carcelaria,
Sólo hago como que te quiero,
O te subo a la nave de los locos y espero...
Si estás enfermo, sólo hago como que te quiero,
O te subo a la nave de los locos y espero.
Liliana Russel.
El ángel de la bicicleta
Cambiamos ojos por cielo
Sus palabras tan dulces, tan claras
Cambiamos por truenos.
Sacamos cuerpo, pusimos alas
Y ahora vemos una bicicleta alada que viaja
Por las esquinas del barrio, por calles
Por las paredes de baños y cárceles
Bajen las armas
Que aquí solo hay pibes comiendo!
Cambiamos fe por lágrimas
Con qué libro se educó esta bestia
Con saña y sin alma.
Dejamos ir a un ángel
Y nos queda esta mierda
Que nos mata sin importarle
De dónde venimos, qué hacemos, qué pensamos
Si somos obreros, curas o médicos
¡Bajen las armas
Que aquí sólo hay pibes comiendo!
Cambiamos buenas por malas
Y al ángel de la bicicleta lo hicimos de lata
Felicidad por llanto
Ni la vida ni la muerte se rinden
Con sus cunas y sus cruces
Voy a cubrir tu lucha más que con flores
Voy a cuidar de tu bondad más que con plegarias
¡Bajen las armas
que aquí sólo hay pibes comiendo!
León Gieco
León hace de las experiencias de la cotidianeidad del barrio un poema. Arte que caracteriza los avatares de una comunidad en su lucha por querer existir, por querer pertenecer a un lugar del cual se los quiere excluir a fuerza de violencias de diversos tintes. Exclusión en tanto negación a permanecer vivos en el mundo, porque los pibes alborotan el gallinero, hacen estremecer la masa cuando los estigmas nacen con ellos.
Al alboroto hay que someterlo, dominarlo. Los pibes del barrio, de una villa, de la periferia, sujetos de la opresión, son alimento nutricio del amor a la muerte, del control aplastador y sed de dominación de un aparato social e institucional que “ama el control y en el acto de controlar, mata la vida”, (cita de P. Freire).
CABELLER LILIANA
RUSSELL LILIANA
PUZZO MONICA
PERSANO MIRNA
BUENO NATALIA
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