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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

jueves, 31 de marzo de 2011

Pensar desde esta orilla.

La Filosofia

La palabra filosofía significa etimológicamente (desde su origen) “amor a la sabiduría”. Deriva de Las palabras griegas philos, que significa "amor" y “sophia”, que quiere decir "sabiduría". En la Grecia deL siglo IV a.c., el filósofo, el amante de la sabiduría, nació como el opuesto al “sophós”, es decir, al sabio. Este último era el que poseía la sabiduría mientras que el filósofo era aquel que la buscaba constantemente porque carecía de ella; lo suyo era amor por la sabiduría. El filósofo interpela, pregunta, plantea interrogantes más que respuestas, es un buscador de respuestas; la duda siempre lo acompaña. Se preocupa, se inquieta por saber. ¿Por qué busca constantemente la sabiduría que el sabio ya tiene? Porque el filósofo pretende saber pero para tener el sabor, es decir, para armonizar la razón y los sentidos, para saber vivir y saborear las cosas. ¿Qué es ese saber que es al mismo tiempo sabor de las cosas? La búsqueda de la verdad. La verdad es, para Los filósofos de la Grecia del siglo IV a.c., aquello que da sentido, lo que es innegable, necesario, lo que ni los dioses ni los hombres logran desmentir, lo que explica la totalidad o el todo. El filósofo es aquel que pretende entender y explicar el origen de Las cosas, de los seres humanos y del mundo. La filosofía, como actividad que pretende explicar la totalidad y que busca la verdad, surgió en el siglo IV a.c., en Atenas, la polis (ciudad-Estado) que dominaba a las otras ciudades griegas (Hélade). El filósofo apareció con las ideas de Sócrates y a él siguieron Platón y Aristóteles, cada uno maestro del siguiente. Platón y Aristóteles dejaron huellas decisivas en el pensamiento filosófico hasta nuestros días.(1)

Esta página da comienzo al Manual de “Filosofía” para educación secundaria compilado por Marcelo Raffin, que se utiliza en muchas escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Su enunciado es claro: la filosofía es la pregunta por la totalidad. Cabe un cuestionamiento: ¿este preguntarse de los griegos del siglo IV antes de Cristo es válido para nosotros, americanos del siglo XXI ? Sería este, uno de los grandes temas de un curso de filosofía. No es la idea abordarlo ahora en profundidad. Tan solo como una marcación prematura del abordaje de nuestro espacio, podemos decir que la reflexión de la Grecia antigua y el pensamiento posterior de lo que llamamos el mundo occidental, es importante para nosotros, pero incompleto. Un filósofo es un hombre con tiempo y lugar determinados. La pretensión de un saber universal que se aplique a todos, todo el tiempo, es la consagración del autoritarismo del saber como mero instrumento de poder. Pensamos desde una realidad determinada, desde una cultura y una lengua que nos configuran en el mundo. La filosofía debe siempre intentar ser un horizonte humano amplio. Sin embargo esto no es posible sin asumir y pensar también, el tiempo y el lugar donde vivimos.
Pensamos al hombre y al mundo, pero lo hacemos desde esta orilla del mar.


Culmino este apunte con dos textos de Rodolfo Kush, un filósofo argentino madurando en esta posibilidad de una reflexión americana.

El pensamiento americano
En materia de filosofía tenemos en América, por una parte, una forma oficial de tratarla y, por la otra, una forma, por decir así, privada de hacerlo. Por un lado está la que aprendemos de la universidad y que consiste en una problemática europea traducida a nivel filosófico y, por el otro, un pensar implícito vivido cotidianamente en la calle o en el campo. Ya Félix Schwartzmann había querido resolver este problema en su libro “El sentimiento de lo humano en América”, en donde hace notar que una filosofía típicamente americana sólo se da por ahora en la poesía y en la novelística, según él mismo lo demuestra en su análisis de la obra de Pablo Neruda y también en el de la novela brasileña.
Claro está que no se trata de negar la filosofía occidental, pero sí de buscar un planteo más próximo a nuestra vida. Cuando Kant enuncia su teoría del conocimiento, lo hace porque en ese momento era imprescindible. Lo mismo ocurre con Hegel, quien expresa el sentir íntimo de la burguesía alemana de su tiempo.

Nunca vi con mayor claridad el radical contraste en que se halla sumido todo lo americano como cuando examiné el curioso mapa del Perú que había trazado el cronista, Guaman Poma. 
Tiene la forma de un ovoide, en cuyo centro se dan cuatro parejas regentes de los cuatro puntos cardinales, con un sol y una luna presidiendo el cuadro y una serie de monstruos diseminados en su contorno. Un mapa así es relegado hoy en día sin más como algo "subjetivo" y nada tiene que ver con un mapa moderno del Perú científicamente delimitado de acuerdo a una realidad. Lo dibujado por Guaman Poma no concuerda con la realidad, pero encierra toda su herencia india e incaica y quiérase o no es “su” mapa, casi diríamos el hábitat real de su comunidad. En ese sentido sus cuatro parejas regentes, que presiden las cuatro zonas del viejo Tahuantinsuyu, simbolizan el amparo, maternal en que se hallaba refugiado el antiguo indio. Al fin de cuentas, el Perú que Guaman Poma había recorrido ha de haber sido ese mismo que está reflejado en su mapa y no el que la ciencia actual ha trazado. Y considerando esto, ¿podemos rechazar sin más esa "subjetividad" que encierra su dibujo? Y es más. Un mapa del Perú elaborado con el instrumental moderno será real, pero nada tiene que ver con lo que cada peruano piensa de su país. Es un mapa impersonal, elaborado por el anonimato de la ciencia, y aceptado estadísticamente por la mayoría, pero no es mi país, ése que cada uno vive cotidianamente.(2)

Cabe entonces preguntarse: ¿Y cual es esta cuestión mas nuestra que la filosofía debe pensar desde esta orilla? Seguramente será un asunto a discutir.
En un continente con una historia ligada a la violencia invasora de otra cultura y con una realidad económica de desigualdad como no hay otra en el planeta, el problema de la libertad es ineludible. Volvamos a Rodolfo Kusch:

Hacer filosofía es sólo describir lo que nos pasa, pero desde el resentimiento mismo. Es quizá, lo que al fin de cuentas hicieron los europeos. También ellos supieron del resentimiento de no ser nada más que europeos, y debían instalar ahí algo que les era negado, precisamente su secreto estilo de vida, su secreta política para poder decir en grande lo que eran y adónde iban. El problema de la filosofía es el problema de la liberación. No es el búho que levanta vuelo al anochecer, por que ya ha visto todo lo que ocurre durante el día, sino que esconde también la sorpresa de la noche y la espera del amanecer. Filosofar es programar el amanecer al cabo de la noche. Es plantearse la liberación que ocurrirá seguramente al día siguiente. Se trata de asumir entonces nuestra negación americana, esa que palpita en nuestras revoluciones, en nuestra incapacidad de hacer la gran industria, en nuestros fracasos para ser totalmente occidentales, en la miseria de los ranchos indígenas, en las caras hambrientas de los que no quieren entrar en el juego y siguen llamándose indios, hasta en el color pardo de la piel que simboliza la negación implícita frente a occidente, la de ser radicalmente americano.

Nuestra propuesta.
Cuando la filosofía es un viejo en pantuflas que lee en varios idiomas libros complicadísimos, en un cómodo sillón junto a un hogar de leña… la filosofía puede esperar.
Cuando la mitad del planeta está ligado al hambre y la pobreza; cuando las estructuras de los acuerdos legales de las repúblicas modernas se rompen; cuando el confort de vida muestra el revés de la contaminación del medio ambiente a niveles mortíferos; cuando el destino de la mayoría de los jóvenes pobres de América es el fracaso o la cárcel…la filosofía es una urgencia.
Es necesario estudiar las ideas que dieron consistencia al lenguaje occidental, a su manera de concebir el amor, la guerra, la economía, la vida y la muerte. Es necesario también entender nuestra propia identidad, nuestra relación con el aire y la tierra, nuestra vinculación con las cosas.
Cuando Descartes piensa al “hombre moderno”, lo hace urgido por una nueva realidad económica y social. La burguesía europea que protagonizará la revolución francesa, se ha construido con la riqueza de un continente recién descubierto, exuberante y poblado de habitantes infrahumanos. ¡Como no estudiar a Descartes!, es difícil entender a Mariano Moreno, a San Martín, a Sarmiento sin sus ideas. Ese sujeto capitalista de la nueva Europa es el objeto de deseo de nuestros revolucionarios de mayo. Paradójicamente, somos también esos habitantes infrahumanos, llenos de riquezas inmerecidas, según se ven las cosas desde la otra orilla. Sin duda parecemos repetir indefinidamente esas antinomias del principio: la civilización y la barbarie, el orden y la improvisación, la seguridad y la libertad.
Propongo leer los autores de Occidente y América en particular, discutir su pensamiento y ensayar las preguntas urgentes que nos están faltando para adueñarnos de nuestro destino.

Notas:
1.- Filosofía” Marcelo Raffin. Edición de DGCyE de la Pcia de BsAs. 2007.
2.-El pensamiento indígena y popular en América” de Rodolfo Kusch. Hachette. BsAs. 1977.


Francisco Mina

1 comentario:

  1. La antinomia de sentirse parte de esta tierra en que nacimos y que nos conectamos y la identificación en un reflejo Europeo, ya sea desde las ideas o en muchos casos desde los razgos que los inmigrantes del otro lado del océano han traído con sus genes; termina impactando en el pensamiento americano y yo diría, lo psicotiza; siendo un peso que todavía hoy llevamos sobre nuestras espaldas.
    De la antigua cultura americana poco ha quedado; y si bien hay algunos valiosos resabios y algunos esfuerzos por recuperarla, imposible será reencontrar la escencia misma de ella. El desafío es lograr que esta aisleación que se ha formado de varias culturas, con ese componente originario; sea tan fuerte, que al mirarnos en ella nos identifique, como un espejo es a un niño, como un padre es a un hijo. Entonces, con una imagen completa que nos otorgue IDENTIDAD, estaremos viviendo y pensando como americanos; situación que debe completarse con la mirada del otro.

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