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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

sábado, 5 de marzo de 2011

POBREZA, LIBERACIÓN Y CIENCIAS SOCIALES EN AMÉRICA LATINA


 
 CONTEXTO HISTÓRICO
Avanzada la segunda mitad del presente siglo en América Latina, entre varias de las diferentes ramas que componen el saber científico-social, el término liberación se puso de moda, utilizándose de forma común y con cierta sistematicidad. Muchos fueron los condicionantes de este boom liberador. Las décadas de los cincuenta y los sesenta se caracterizaron por el desarrollo rápido obtenido por las políticas de industrialización basadas en la sustitución de importaciones. Fue una etapa de un cierto consenso entre una sociedad civil activa y conformada por organizaciones sindicales, comunidades de vecinos, cooperativas y organizaciones juveniles y un estado que tenía capacidad de realizar inversiones públicas y planificar el desarrollo económico, social y político. En esta dinámica se hacía sentir la dependencia del continente con respecto a los países del centro. Se hablaba de ella porque se buscaba el desarrollo como independencia.
En la década de los setenta las políticas de sustitución de importaciones entraron en crisis y se estancaron. Con el aumento del desempleo, la exclusión social y la concentración del ingreso, la estabilidad y legitimidad del sistema se pusieron en cuestión. Existía una fuerte inversión de capital extranjero en alta tecnología, pero esta se transfería, participaba poco en el esfuerzo exportador y el capital invertido no impulsaba un desarrollo tecnológico en los países afectados. Aparecieron entonces las dictaduras de Seguridad Nacional, que apoyadas en un sistemático terrorismo de estado, impusieron un sistema económico que prescindía del consenso de la población y destruía cualquier conato de constitución y permanencia de la sociedad civil. Su estrategia era implantar violentamente una economía de capitalismo salvaje, que prescindiera de las demandas y las necesidades de la población. Las clases empresariales y militares nacionales amanuenses de los países del centro eran quienes se beneficiaban.
Además, durante las tres décadas se sucedieron secuencialmente toda una serie de acontecimientos históricos que generaron un clima de euforia y reivindicaciones nacionales frente a un hipotético control y dominio externo. Desde el novedoso y peculiar fenómeno del populismo latinoamericano, especie de simulada alternativa a las vías capitalista y socialista, pasando por hechos tan significativos como la Revolución Cubana, la Guerra Fría, los efectos del proceso descolonizador de los pueblos del Tercer Mundo, hasta el impacto del Concilio Vaticano II expresado en la Conferencia Episcopal de Medellín, y la influencia de figuras vinculadas directamente con la arena política y social de la talla de Camilo Torres, Fidel Castro, Salvador Allende, Franz Fanon, Velasco Alvarado y Che Guevara.
Fue en este periodo de transición entre los sesenta y setenta cuando desde diferentes ámbitos del conocimiento y del saber, se empezó a destacar el incremento de la pobreza y las condiciones opresivas y dependientes en las que estaban inmersas las sociedades latinoamericanas. Incluso se denunciaba que esos males no eran nuevos, sino propios y estructurales de su historia. La intolerancia provocada por una situación social, política y económica deshumanizada y aberrante, dirigida por una elite al servicio de los dictados de los países más poderosos, ocasionó la reacción de varias personas vinculadas con el mundo de la investigación, de la enseñanza y de la práctica religiosa. Todas ellas trataban responder buscando soluciones al por qué de esos estados de marginación y desigualdad social, articulando un ataque frontal contra los posibles condicionantes que provocaban la ausencia de atención de las demandas populares. Era la opresión desde donde se debía pensar, porque el "único pensar posible es el pensar político y liberador; Porque es el pensar verdadero". Y la liberación, palabra polisémica que hacía referencia a una realidad considerada adversa, simultáneamente poseía una intención de cambio, de alternativa, de solución.
Los métodos utilizados así como los enfoques fueron muchos. La fuerte carga ética y de compromiso invadió el desarrollo teórico de sus actividades. Y dos fueron, al menos, los objetivos básicos marcados por este colectivo heterogéneo:
a) Por un lado, el afrontar la realidad latinoamericana, ante esa inquietante situación de desigualdad y de injusticia social, de carencias materiales y organizativas en la que se hallaban. Con esta actitud se prolongaba una tradición y un hábito cultural de la región de atender los problemas prácticos y concretos. Para Risieri Frondizi, una de las más notables características de la filosofía latinoamericana era su fuerte pragmatismo, en cuanto preocupada en los problemas sociales y políticos. Esta nota también era extensible a otras formas de ejercer el pensamiento, ya sea de manera política, económica o religiosa. Desde la época de la colonización española, con el cuestionamiento de la humanidad del indígena, pasando por la etapa de los grandes héroes de la Independencia, hasta incluso nuestros días, los elementos sociales, éticos y políticos aparecen expresamente en casi todas las ideas del pensamiento popular e intelectual latinoamericanos.
Leopoldo Zea señalaba que en Latinoamérica, primero era la acción y luego, la justificación de la misma. Para Arturo Andrés Roig el realismo del pensamiento hispanoamericano quizá proviniese del carácter colonial y dependiente de sus sociedades. Al haber sufrido la violencia de la opresión constantemente, se destaca el ser-ahí del oprimido, su condición humana. Gustavo Ortiz, refiriéndose a este período a caballo de la década de los sesenta y de los setenta, señalaba que pensar la historia latinoamericana era pensar lo político, pues constituía su fibra y su nervio Poner las miras en la realidad práctica, por tanto, era el primer paso.
b) Por otro lado, en función de las consecuencias deducidas al analizar esa misma realidad, para obtener la liberación, se propusieron luchar contra la situación de dependencia social, económica y cultural en la que se encontraban. Los países de capitalismo avanzado iban a ser su referente porque, aparte de la complejidad que el fenómeno de la dependencia supone y de la multitud de condicionantes que pueden influir, iban a considerar cayendo muchos de ellos en un dogmático maniqueísmo, que fue Occidente -Europa y los Estados Unidos principalmente-, el mayor responsable de que la existencia latinoamericana se desarrollase por unos cauces turbulentos de dolor y sufrimiento, de vaivenes culturales y de inestables regímenes de gobierno, de pobreza e indigencia. Gritos surgidos desde casi todos los puntos de Latinoamérica, de norte a sur, iban a proclamar y poner de relieve que el hombre europeo y estadounidense con la colaboración de determinados colectivos latinoamericanos, desde sus pensamiento y con su acciones, habían ocasionado diversas formas de alienación, extendiendo sobre los pueblos de América un sistema estructuralmente opresivo en todos los terrenos -cultural, económico, político, ideológico y jurídico-
Concebían que la estructura de la realidad social latinoamericana contribuía a mantener el estado de dependencia frente a las grandes potencias industriales, estado cimentado a través de un mecanismo de opresión interna -mediante el control de ciertos grupos oligárquicos autóctonos- favorecida, desde fuera, por el capital y la división internacional del trabajo. Cuatro fueron los movimientos o eventos epistemológicos que formaban parte del denominado Pensamiento de liberación: la Teoría de la Dependencia, la Pedagogía de Freire, la Teología de la Liberación y la Filosofía de la Liberación.

LA TEORÍA DE LA DEPENDENCIA
En primer lugar, dentro del ámbito de la sociología y de la economía, coincidiendo con la crisis de los gobiernos nacional-populares, surgía la llamada Teoría de la Dependencia. Como reacción a las tesis desarrollistas y estructuralfuncionalistas, denunciaba el ocultamiento que las mismas hacían por no mostrar las dos caras del capitalismo: el desarrollo de unos países necesitaba, simultáneamente, el subdesarrollo de otros para poder continuar el progreso de sus sociedades. La pobreza de las naciones de la periferia era efecto de la riqueza de las naciones del centro. En palabras de la economista Vania Bambirra, el atraso de los países subdesarrollados era "una consecuencia del desarrollo del capitalismo mundial y, a la vez, la condición de este desarrollo de las grandes potencias capitalistas mundiales”.
Las repercusiones y los efectos del mismo sistema capitalista sobre los países dependientes, a grandes rasgos y sincrónicamente, se sintetizan en que la toma de decisiones que afectan al propio destino de los países capitalistas periféricos son ejercitadas por los países capitalistas del centro. La mayoría de las naciones del continente americano no controlan la dirección de sus sociedades; esto provoca que sus economías no atiendan las demandas de sus nacionales. La dependencia tiende a crecer cada vez más, impidiendo el desarrollo. Se produce un doble desequilibrio. Uno en las relaciones comerciales de venta al exportarse los productos a bajo precio e importarlos a alto precio. El otro en la balanza de pagos. La necesidad de inversiones potencia la demanda de préstamos que, a su vez, incrementa la deuda externa.
Además, internamente una elite privilegiada acumula cada vez más mayor riqueza, dejando en la miseria a la mayoría de los ciudadanos. Riqueza de pocos, pobreza de muchos.
La alternativa a esta situación variaba según la radicalidad de los autores. Desde las posiciones marxistas o populistas más revolucionarias que solicitaban la total transformación del sistema económico mundial, hasta las ópticas más prudentes que no veían el fenómeno de la dependencia como característica global y absoluta de los pueblos latinoamericanos, sino más bien como fenómeno parcial y concreto.

LA PEDAGOGÍA DE PAULO FREIRE
En segundo lugar, Paulo Freire contrario a toda estructura que coarta al ser humano su vocación ontológica e histórica de humanizarse, de ser cada vez más, ofrecía un sistema educacional en favor de los más desfavorecidos. El principal objetivo es la concientización personal y psicológica, el tomar conciencia de toda la realidad en todos sus planos y en todas sus facetas, para saber qué elementos de ellas son opresores y adversos, y cuáles son liberadores. Pero el carácter mental de la comprensión no era el único objetivo, tenía que venir acompañado por una toma de posición y por un compromiso práctico que terminase con la opresión. La educación dominadora o bancaria propia del complejo sistema capitalista se limitaba a llenar cabezas huecas y vacías que aceptaban las estructuras coactivas del statu quo. Todo ser humano debía participar, ser protagonista en su misma educación, intercambiando experiencias, potenciando el espíritu crítico y problematizar las relaciones, para, así, poder salir de una sociedad marcada por una dominación cada vez más sofisticada.
El diálogo es el instrumento de comunicación que permite la colaboración comprometida para la construcción de un mundo solidario, fraternal, sin subordinaciones. El reconocimiento mutuo y recíproco de los seres humanos evita nuevas formas de opresión y discriminación.

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN
En tercer lugar, en el marco de la teología, Gustavo Gutiérrez y Hugo Assman en la línea del Concilio del Vaticano II y de la Conferencia Episcopal de Medellín, publicaban dos libros que atacaban el eurocentrismo de la teología tradicional y abogaban por la construcción de una teología atenta a la propia circunstancia, acorde con la realidad pobre y miserable latinoamericana. Utilizando en sus inicios el método y los resultados sociológicos y económicos de la Teoría de la Dependencia, influencia dos en la pastoral por los métodos pedagógicos de Freire, y retornando el diagnóstico proporcionado por diversas ciencias sociales, especialmente determinados instrumentales marxistas sobre el capitalismo periférico y dependiente de sus pueblos con respecto al mundo occidental avanzado, hicieron desde la fe todo lo posible por generar una instancia crítica y alternativa a la realidad miserable y adversa de los desheredados. El fundamento estaba en una entidad ultra terrena. Desde los inicios de los tiempos, Dios había querido que su Reino se estableciera en la Tierra, en el aquí y en el ahora. Todos debían participar del mismo, pero serán los pobres los principales destinatarios; y la historia pasa a ser el escenario donde los designios divinos de salvación se manifiestan.
El tema de la alteridad se elevaba con fuerza, Era la figura del pobre la que marca la óptica de esta nueva forma de hacer teología. Los condenados de la tierra son el síntoma más ilustrativo de que el pecado se extiende por todo el sistema capitalista, vestido bajo el ropaje del consumismo y de la riqueza; y serían ellos quienes, como actores directos, ofreciesen las posibles salidas. De ahí el fuerte compromiso práctico y político de sus defensores.
La alternativa más factible se centró en la vía del socialismo, donde la diferencia entre ricos y pobres debía cesar. El concepto de participación en todos los ámbitos de la vida social era la mejor muestra del intercambio humano recíproco, fraterno y solidario.

LA FILOSOFÍA DE LA LIBERACIÓN
En cuarto lugar, desde el ámbito de la filosofía y en el mismo contexto donde surgieron la Teoría de la Dependencia y la TdL, nació con fuerza un movimiento que elabora en esta misma línea de relaciones humanas injustas y dependientes varias ideas y nociones acerca del pensamiento latinoamericano. A finales de los sesenta y principios de los setenta, en Argentina, coincidiendo con el regreso de Perón a la arena política, un grupo de pensadores proclamaron la opción por los pobres desde el ámbito filosófico. Sus planteamientos, pese a la complejidad ya la conflictualidad que les caracteriza básicamente se resumen en estos elementos:
1. Consideraban que la filosofía latinoamericana creada hasta su época no expresa las verdaderas inquietudes de sus naciones. Tanto Occidente que las ha importado, como ellos mismos que se han limitado a copiarlas han sido los responsables principales. Frente a esto, pretendían hacer una filosofía auténticamente latinoamericana, históricamente situada y que tomase conciencia de su realidad.
2. Para lograrla, era preciso, previamente, romper con el sistema de dependencia y con el componente filosófico que lo representaba y que lo legitimaba. Se centrarán en la necesidad de desenmascarar y superar el discurso, el logos a través del cual Occidente extendía sus fronteras: el discurso de la modernidad.
3. El filósofo debía hacerse intérprete de la filosofía implícita en su pueblo de forma crítica, pues de ellos nacía la conexión entre realidad y deseo. La cultura popular, a través de sus obras de arte, de sus fiestas, de sus normas, sería la que canalizase las directrices de gobierno y la fuente desde donde nacerían las pautas de cualquier programa político o económico.
4. La figura del pobre y del oprimido era el hontanar donde se manifestaba la historia de todo lo que el filósofo debía pensar y decir. La esencia más auténtica del latinoamericano aparecía en toda aquella tradición que se consideraba había sido y era marginada.
Por esas fechas, y desde un contexto diferente, el estado de elaboración en la obra del mexicano Leopoldo Zea llegaba a confluir, en parte, con esa misma tendencia. Desde una visión más historicista que muchos de los planteos ontológicos de los filósofos argentinos, llegó a desarrollar una filosofía de la historia que daba sentido al tratamiento desigual que Occidente había dispensado a los latinoamericanos y que sentaba las bases sobre las que la comprensión y la aceptación de la diversidad humana eran el mejor exponente de lo universal. La FdL de Leopoldo Zea, partiendo de la premisa de que la filosofía es resultado del enfrentamiento del hombre con su circunstancia, será utilizada como instrumento para la comprensión y la justificación de la realidad, que responda a las exigencias de una situación histórico-real para afirmar la identidad cultural de cada pueblo y la condición humana de sus miembros, elementos con los que había que contar para la consecución de la liberación de los dominados y contra la fundamentación del poder opresor entre los hombres. El filósofo debería dar conciencia a la sociedad para que actuara en consonancia a cada persona que la integra, para orientarla hacia la liberación mediante el reconocimiento del ser humano concreto, como sujeto de derechos.
El panorama se acentuó aún más, cuando en el año 1968 Augusto Salazar Bondy publicó un libro donde ponía en duda la autenticidad de las creaciones filosóficas latinoamericanas. El filósofo peruano venía a decirnos, entre muchas otras cosas, que las notas de subdesarrollo, dependencia y dominación conformaban la cultura hispanoamericana. Y el pensamiento que nacía de ella era, por tanto, defectivo e inauténtico. Para sacarlo de esa disyuntiva abogaba por una FdL que ayudase a superar ese subdesarrollo y esa dominación. Sería una filosofía que debía convertirse “en la conciencia lúcida de nuestra condición deprimida como pueblos y en el pensamiento capaz de desencadenar y promover el proceso superador de esta condición”.
En todos ellos, con sus peculiaridades y diferencias, la filosofía sería vista como un instrumento de la liberación, que debía contribuir a crear la conciencia de la situación histórica de América Latina, ya orientar lo que debía hacerse en el plano teórico y práctico para alcanzar la liberación definitiva. Era una filosofía para la praxis, dirigida a encarar la realidad para buscar los métodos y las categorías que mejor abordasen los obstáculos y los inconvenientes que se le presentasen al ser humano en su lucha por la existencia.
La única forma para que el oprimido tome conciencia de la opresión que pesa sobre todas las estructuras de su existencia, es que descubra precisamente la dialéctica de la dominación, relacionada con cada momento de su individualidad y sociabilidad. Los hilos de la cultura, de la economía, de la política se movían desde fuera. La tarea de la filosofía latinoamericana sería intentar superar la modernidad nord-atlántica, y el sujeto debería proponerse detectar la dialéctica de la dominación y los rasgos de ese sujeto dominador que estaban en su propio ser dependiente y oprimido, para transformarlos.
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De “Filosofía, Derecho Y Liberación En América Latina”, de David Sanchez Rubio.
Editorial Desclée de Brouwer (1999)
Capítulo 1 (Pobreza, liberación y ciencias sociales en América Latina, páginas 17 a 33)
El extracto que antecede no tiene las notas de pie de página.
El libro completo se puede bajar en archivo pdf o leer en línea en:

2 comentarios:

  1. Estoy leyendo el texto y me parece aparte muy interesante. Aunque las teorías que presenta el autor son sobre la condición latinoamericana respecto de la opresión por parte de las grandes potencias y el término liberación como una cuestión que está muy arragaida en nuestra filosofía, hay algo que me parece importante destacar en la conformación de lo que hoy conocemos como Argentina. Nosotros siempre fuimos de mirar hacia afuera, nunca aprovechar lo que nosotros teníamos, y aún hoy sigue pasando exactamente igual. Qué ejemplo más divino que la matriz de pensamiento sarmientina que veía en Europa la civilización, ¿no?.
    Yo no digo que estemos exentos de las consecuencias de la colonización, ni de las consecuencias egoístas del capitalismo y su desarrollo, pero, vamos... nosotros también nos buscamos lo que tenemos hoy.
    ¿O me van a decir que no hay forma de alimentar a nuestros pobres? ¿No hay forma de crear más empleos? ¿No hay forma de cambiar la condición social de nuestro país hoy? Estamos teniendo políticas que pagan a los pobres por un voto, y cuando se les acabe la plata, los que vamos apagar vamos a ser nosotros, los de clase media, a quienes les afanan lo que pueden conseguir con, no un poco de esfuerzo, sino un MONTÓN.
    No voy a creer que nuestra condición hoy sea sólo culpa de los europeos o norteamericanos.
    Nosotros somos bastante ignorantes, o creemos que lo somos, o quienes nos manejan se hacen creer ignorantes.
    Siempre hay teorías y filosofías de la liberación, pero nunca hay acciones concretas...

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  2. Con respecto al tema de la teología de la liberación, pues no concuerdo. Están hablando de una teología básicamente egoísta, en principio porque los destinatarios principales serían los pobres. Entonces, ¿dónde queda todo eso de que los hombres todos somos Hijos de Dios?...
    No entiendo.

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