Quedaron dos listones sin lijar
y cuatro tarugos arrimados.
Solos, no serán nunca mas que dos maderas
sospechando el abandono.
Asi, desperdigados, hablan de tu mano que no está.
La madera del taller te esta aguardando,
y yo no tengo ganas de engañarla.
Por lo menos hoy, no quise tocar nada,
porque también dibujo tus diez dedos
en ese mundo de tu banco de trabajo.
Y estoy así esperando,
como ese pino blanco sin lijar,
con un dolor de raíz, tranquilo y áspero.
Francisco Mina
26 de septiembre de 2011
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