En 1845, las dos potencias económicas,
políticas y bélicas más grandes de la época, Gran Bretaña y
Francia, se unieron para atacar a la Argentina, que se encontraba
bajo el mando del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
El objetivo de la invasión fue de
índole política y económica: la expansión de sus mercados y la
independencia de Corrientes, Entre Ríos y lo que es hoy Misiones
para formar un nuevo país, la “República de la Mesopotamia”,
que empequeñecería y debilitaría a la Argentina y haría del
Paraná un río internacional de navegación libre.
Venían 22 buques de guerra de la
marina más poderosa de la tierra, portando 418 cañones, 3000
tripulantes y 880 soldados profesionales, curtidos en el oficio del
saqueo, algo que bien habían practicado por Asia y Africa. Los
patriotas, poco tenían más que la resolución de resistir al
imperialismo inglés: 4 baterías y 2000 gauchos armados con poco más
que lanzas y boleadoras.
Rosas decidió hacerles frente a estas
dos potencias mundiales y le encargó al general Lucio N. Mansilla
conducir la defensa, junto a más de un millar de argentinos.
Así, en un recodo de nuestro ancho
Paraná, donde el cauce se angosta y gira, conocido como Vuelta de
Obligado, las valientes tropas encadenaron el río para defender
nuestro territorio.
Horas de combate precedieron al
desembarcó de la infantería francesa que capturó 21 cañones de la
resistencia nacional.
Dieron batalla un 20 de noviembre de
1845, en una lucha desigual, la estrategia fijada por Rosas y
Mansilla tuvo éxito y las grandes potencias de la época finalmente
se vieron obligadas aceptar las condiciones impuestas por la
Argentina.
La agresión no estuvo ausente de
cómplices internos que abrían las puertas al imperialismo contra la
causa de una nación federal. Ya Domingo Faustino Sarmiento ofrecía
la Patagonia a Chile y Carlos de Alvear hacía lo mismo con las
provincias del norte. El bando unitario había entregado ya el Alto
Perú, lo que hoy es Bolivia, y la Banda Oriental.
Por ejemplo, Florencio Varela fue el
enviado en 1843 a Londres a pedir que los casacas rojas de la corona
invadieran la Argentina para derrocar a Rosas por "la causa de
la humanidad". El periodista rioplatense José Rivera Indarte
dirigió una campaña de prensa para atribuirle a Rosas cuantas
atrocidades pudiera imaginar su delirante pluma.
Doscientos cincuenta patriotas dejaron
la vida defendiendo la soberanía, otros 400 heridos. Los invasores
pudieron forzar el paso pero encontraron una resistencia popular que
impidió que cumplieran sus objetivos
Gracias a esto, las provincias
litorales continuaron siendo parte de nuestro territorio y el Paraná
es hasta hoy un río interior argentino.
Excelente info...felicitaciones.
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