Las vacaciones y las fiestas de fin de año son una expresión del deseo que la vida no termine. Y la vida no se termina, hasta el último día.
Los cristianos vivimos la esperanza de un amanecer sin ocaso, pero lo esperamos en sombras...y mientras tanto la lucha por el pan y la justicia.
Felicitaciones a las nuevas profesoras de inicial, de especial y de primaria y a las nuevas psicopedagogas que se recibieron este año, con las que compartí momentos bellísimos. Mi abrazo a los alumnos de la secundaria de adultos Claudio Lepratti que concluyeron sus estudios en la unidad 41 de Campana.
Mi gratitud a los compañeros de trabajo del Gabinete Social de la Municipalidad de Campana con los que aprendí a querer mas a los barrios y su gente.
Gracias por la caminata a los compañeros docentes con los que comparto día a día.
Pido sentidas disculpas por los errores antes que se apague la ultima estrella del 2014.
Ayer murió Horacio Ferrer.
El último libro que le regale a mi viejo fueron sus poemas.
Tendremos que arremangarnos ahora, y pensar mas solos como se vive y se muere en Buenos Aires.
El sábado leí en la clase final de un postítulo docente "El poeta murió al amanecer", sin poder recordar el nombre de Raul González Tuñón, su autor.
Le pido prestados sus versos para desgranarlos como flores sobre su memoria:
Sin un
céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al
fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el
cadáver del dulce vagabundo
Dos musas,
la esperanza y la miseria.
Fue un
completo de su vida y su obra.
Escribió
versos casi celestes, casi mágicos, de invención verdadera
y como
hombre de su tiempo que era
también
ardientes cantos y poemas civiles
de
esquinas y banderas.
Algunos,
los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos,
los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán
a su entierro cuatro amigos de veras,
Los
parroquianos del café,
Los
artistas del circo ambulante,
unos
cuantos obreros,
un antiguo
editor,
una
hermosa mujer,
y mañana,
mañana,
florecerá
la tierra que caiga sobre él.
Deja muy
pocas cosas, libros, un Heine, un Withman,
un
Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un
Schiller, un Bertrand, un Bécquer, un Machado,
versos de
un ser querido que se fue antes que él,
muchas
cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una
antigua fragata dentro de una botella.
Los que le
vieron dicen que murió como un niño.
Para él
fue la muerte como el último asombro.
Tenía una
estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un
pájaro en el hombro.
Feliz Navidad, Feliz Año
Que la pasen lindo en las vacaciones !Si la bicicleta responde... nos vemos a la vuelta.
Francisco
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