Bienvenidos

Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

viernes, 2 de octubre de 2009

Mirar por la ventana. Entre el "jardín" y la cárcel.


Hace treinta años, para esta fecha, estaba terminando la escuela secundaria. Busqué para ese entonces, sentarme cerca de la ventana que daba a la calle. El último bimestre me resultó especialmente interminable. Ya había decidido el ingreso a la Facultad. Mirar por la ventana la gente por la calle y los entrenamientos de “Puerto Nuevo” (la cancha estaba donde ahora hay una plaza) me daban un oxígeno de realidad que me costaba encontrar adentro.
Ayer organicé un trabajo práctico con las alumnas de primer año del profesorado de educación inicial. Pregunté que opinaban sobre los textos de Paulo Freire que habíamos leído. Florencia me dijo que no le gustaba el tono casi emocional de su discurso. Charlamos un poco sobre esto. Cuando terminó la clase fui pensando en el viaje del Instituto a la escuela con algo de molestia sobre esta opinión. Al poco de andar, me pareció interesante lo que me había dicho. Me avergüenza la facilidad con que se me cuelan pesados prejuicios en el intento de escuchar.

Los nuevos muros de la prisión global

Por John Berger

La extraordinaria poeta estadounidense Adrienne Rich dijo hace poco en una conferencia que: "Un informe elaborado este año por la Oficina de Estadísticas de Justicia revela que una de cada 36 personas que habitan el territorio estadounidense está detrás de las rejas, muchas de ellas en la cárcel, sin condena".
En esa misma charla citó al poeta griego Yannis Ritsos:

lunes, 23 de marzo de 2009

Malestares, preguntas y esperanzas.

En colaboración.
Alumnos de Análisis Filosófico de la Educación y Francisco Mina.




Este apunte es una versión mas ordenada, de aquel que me sirvió de compañía cuando leí los trabajos prácticos. Se trata de esas páginas amigables que sin pretensión de publicidad, permiten la libertad que llamamos “borrador.” Fui tomando en ellas párrafos de Ustedes, imaginando voces y gestos. Son ciento cuatro trabajos. Son una enormidad de personas que se dedican a acompañar a nuestros chicos y jóvenes. Son cien mujeres y hombres que todos los días, durante muchas horas, escuchan a otros y arriman palabras que ayuden a vivir. De todos ellos he intentado reunir tres momentos recurrentes. Disculpen aquellos que no están incluidos. Poner alguna línea de todos hubiera resultado una demagógica forma de desaprovechar esta riqueza que es el diálogo. He tomado estas palabras con la libertad que genera la confianza (son mis alumnos!). De algún modo, he releído sus palabras en clave de diálogo entre unos y otros.
Algunos han aceptado la propuesta con pasión, y se han animado a preguntarse algo sobre su quehacer cotidiano. En este punto quisiera detenerme algún momento.
Hay preguntas que tan solo encabezan una respuesta convencida, conocida de antemano. No se preguntan, si no mas bien expresan una reflexión adquirida de un modo retórico. Generalmente tienen reflexiones realmente comprometidas. Me refiero a muchas observaciones que nacen de la indignación por la injusticia, de la bronca y el malestar ante aquello que lastima.
Cuando Agostina Mangiantini se pregunta “¿Cómo enseñar a chicos con hambre? ¿De qué manera se podría evitar que la violencia de la sociedad entre en el aula? ¿Cómo no sentir impotencia? ¿Dónde quedó la confianza y el respeto hacia las instituciones educativas? ¿Por qué los padres no se comprometen con la educación de sus hijos?”, pone en relieve con crudeza, esa realidad que muchas veces los libros esquivan pero todos conocemos. Leyendo los trabajos, he descubierto que es difícil hacerse esas preguntas del pensar filosófico cuando hay bronca. He considerado un compromiso ético darle lugar a esta situación.

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