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Este blog es un lugar de escritura. Podes encontrarte con poesías, con crónicas, con apuntes de filosofía, con ideas en gestación, con escritos de alumnas y alumnos... podes encontrarte. La fotografía del cóndor volando en libertad, la saqué en el Cerro Tronador, muy cerca de Bariloche. Me llamo Francisco Mina. Cocino bien, jugaba al futbol, sigo andando en bicicleta, y soy profesor de Filosofía en educación terciaria en Escobar y Campana (Argentina al sur)

jueves, 26 de marzo de 2015

latiendo


Ella camina lentamente,
disimulando las marcas de sus miedos en el suelo.
Hace muy poco que vino de las sombras
y el pesar de ese lugar, otro lugar,
le dejo un ardor de alas quemadas en los sueños.
Y con retazos
de muerte y de locura,
y respiros de vida imperceptible,
como un verde leve
que nace entre las piedras de su altura,
anda latiendo
y muestra sonrisas pasajeras
que yo le junto
en las heridas que me han hecho
la ceguera y la esperanza,
como dos manos
que aprecian el rocío
cuando escasea el agua.


Francisco Mina
verano de 2015



Gracias a Dios
Gracias a mi familia y a los amigos
Gracias a los compañeros del camino

viernes, 6 de marzo de 2015

Guanaco relincho (Leonidas Escudero)


Paró pata en la cumbre reinadora
y miró por el tiempo de sus hembras;
copó al viento, le puso contraseñas
y lo volcó en las cuestas azulinas.

De cogote cruzado con las nubes estuvo,
antojo de ser luz, pegado al cielo.
Corazón de algo grande parecía
diminuto en la mano de una peña.

Del alto nacedero de sus ojos, la nieve
colgaba derritiéndose para formar los ríos;
los pastos amarillos colgaban de su pecho
saltando las quebradas rumbo a las vegas verdes.

Y enhorquetó de pronto un eco en las orejas:
entre los farallones la piedrita movida.
Dio una vuelta en redondo, avizoró de frente
y así entró por el ojo de la carabina.

Lanzó un relincho azul, morado y negro;
le chispeó en el codillo abierta rosa;
sorprendido en secretos con su ángel
entró al revolcadero de la sombra.

Huyeron las guanacas por las crestas;
hilaron con su lana los abismos;
y la cumbre quedó sin corazón arriba,
como un grito en la nada, sólo piedra.


El poeta sanjuanino Jorge Leónidas Escudero recita "Guanaco Relincho". La belleza de la palabra que da forma al silencio de la muerte

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